Ejemplos con cogiera

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Entonces el enano le pidió a Thor que lo cogiera, lo que fue hecho, pero cuando Brok quiso cortarle la cabeza, Loki dijo: -La cabeza os pertenece, pero no el cuello-.
Viendo al gandul alejarse hacia los Consejos, hice juramento mental de romperle la crisma o el hueso palomo donde y cuando le cogiera.
Antes de que me cogiera de su cuenta el gran maestro -añadió don Juan Ruiz-, yo no sabía salir de la rústica ignorancia y sencillez grosera de los pueblos en que me crié.
Adiós, Tetuán, blanca paloma, virginal doncella que fuiste, antes que el español te cogiera y manoseara, adiós, , manantial de vida para mí, pues las amarguras y alegrías, las dulces emociones y acerbas penas que en ti he sentido, fueron acrecimiento extraordinario de mi sensibilidad, copiosa reproducción de mis ideas, con lo que parecen multiplicados mis días y soberanamente hinchada de sucesos mi existencia, como río en que entran aguas muchas.
Tuve la desgracia de que el látigo de aquel sayón me cogiera de lado a lado la cara, haciendo saltar de mi cabeza el bonetillo que la cubría.
Llevaba infaliblemente consigo una cajita con los avíos y menjurjes de la decoración capilar y facial, y ya le cogiera la mañana navegando con mal tiempo en un falucho entre África y Europa, ya en la breve parada de diligencia o carromato, rodando por inhospitalarias tierras, nunca dejaba de consagrar a su una horita larga, cuando menos media hora, en casos de premura.
La verdad, si me dicen que Fulano hizo un robo, o que mató o calumnió o armó cualquier gatería, me indigno, y si le cogiera, créelo, le ahogaría, pero vienen y me cuentan que tal mujer le faltó a su marido, que tal niña se fugó de la casa paterna con el novio, y me quedo tan fresco.
Nicanora salió a la puerta: Hoy está atroz Si yo cogiera al lipendi que le convidó a magras.
Volvíla a mirar con respeto y con enojo, y dije entre mí: si yo os cogiera, animalejo ruin, en la calle, o no hiciera caso de vos, o os hiciera pedazos entre los dientes.
La causa dese dolor debe de ser, sin duda dijo don Quijote, que, como era el palo con que te dieron largo y tendido, te cogió todas las espaldas, donde entran todas esas partes que te duelen, y si más te cogiera, más te doliera.
Pensaba al propio tiempo que cambiando de lugar cambiarían de cara los sucesos, con noticias que podían salirme al paso cuando menos lo creyera, pensaba también en mi pobre tío, a quien había dejado solo y entristecido por mis mal traducidas preocupaciones, y pensaba, por último, en la tenebrosa noche que estaba ya llegando, y en los peligros de que me cogiera en el camino, aunque no muy largo, de mi casa.
Celosa la zorra por no haber sido ella la elegida, vio un trozo de comida en un cepo y llevó allí al mono, diciéndole que había encontrado un tesoro digno de reyes, pero que en lugar de tomarlo para llevárselo a él, lo había guardado para que fuera él personalmente quien lo cogiera, ya que era una prerrogativa real.
¡El Señor le cogiera en gracia!.
Resuelto a que no me cogiera la noche cerrada en el camino, saqué al pobre animal que me conducía, los ijares y hasta las asaduras a espolazos.
—¡Oh si a mí me cogiera esta áspera subida con los bríos de mozo, con qué valor la.
-¡Pero sí es si es usté no está enterá de to! ¿Uste sabe de quién es el mantón blanco de lanilla que lleva puesto esa der bigote? Pos el mío, seña Gertrudis, el mío, que me lo sacó el mu charrán de mi hombre de la gaveta una mañana, y mire usté que estuvo en un tris que yo no se lo cogiera.
¡Oh! ¡Si yo cogiera al curita que tiene la culpa de todo esto! Porque aquí anda un cura, señor Magistral, estoy seguro.
Con una mano cogí la bujía ya preparada, y con la otra busqué un papel para encenderlo en la moribunda llama que quedaba en la chimenea, pero por miedo a que, debido a la oscuridad, cogiera un papel interesante en vez de otro inútil, hallábame perplejo, cuando recordé haber visto en el famoso breviario que estaba sobre la mesa un papel viejísimo, ya casi negro, que seguramente.
-Y tan cierto -respondió Saldaña con una voz que retumbó en el salón como un trueno-, que si mil veces lo cogiera entre mis manos, otras tantas vidas le arrancaría.
Labda la coja, que estaba lejos de imaginar que vinieran con ánimo dañado, antes se lisonjeaba de que aquella visita de los magnates se le hacía en atención a su padre, para congratularse con ella por su feliz alumbramiento, se lo presenta y lo pone en brazos de uno de los diez, y si bien ellos al venir hablan entre sí concertado que el primero que al niño cogiera le estrellara luego contra el suelo, quiso con todo la buena suerte, cuando Labda dejó a su hijo en brazos de aquél, que se sonriese el niño, mirando blandamente al que iba a recibirle, sonrisa que atentamente observada movió a ternura al primero que le había recibido, y le hizo tal impresión, que en vez de dar con el niño en el suelo, lo entregó al segundo y éste al tercero, de suerte que fue pasando de mano en mano por los diez infanticidas, sin que ninguno se atreviera a ensangrentar las suyas en aquella víctima de la ambición.
-Se vino porque le llamó yo para que me cogiera unas cerezas ampollares.
¡Harto sé que les pareceré a ustedes muy malcriado, pero crean que no lo siento mucho! ¡Sentiría por el contrario que me estimasen ustedes digno de aprecio y que luego me acusasen de haberlas tenido en un error! ¡Oh! Si yo cogiera al infame que me ha traído a esta casa, nada más que a fastidiar a ustedes y a deshonrarme.

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