Ejemplos con ceñudos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ceñudos y preocupados, buscaban un rincón y mordían el cabo del palillero ante el pliego virgen, no sabiendo cómo reanudar sus ideas.
En el cuadrado salón había también tropel de diputados, tropel de gente, pues entre tantos individuos ceñudos o risueños, serios o locuaces, el buen alavés no distinguía los padres de los hermanos, sobrinos y yernos de la Patria.
Los grupos risueños requerían los portales a la menor ondulación de los que venían ceñudos.
¡Otra vez hacia el Norte, a lo largo de la costa, dilatada con prolongaciones de pesadilla! ¡Otra vez la visión ensoñadora de los Andes, que parecían más altos, más ceñudos, más enemigos de los que venían a turbar la juvenil alegría de las repúblicas!.
El miró un instante a Aresti con ojos ceñudos, como si fuese a insultarle: después escupió la nicotina de sus labios con un gesto desdeñoso.
Vimos llegar jadeantes y ceñudos al Presidente del Consejo, Bravo Murillo, y a González Romero, Ministro de Gracia y Justicia, que estaban en Atocha esperando a Su Majestad, y recibido allí por veloces correos el jicarazo de tan descomunal crimen, corrieron a Palacio en ansiedad mortal.
Allí estaban su familia y la del señor Cuadros, pero todos silenciosos, ceñudos, con la cabeza inclinada, como si en la vecina alcoba hubiese un muerto al que velaban.
Las miradas de sus ojos de mármol parece que confluían al centro, y se contemplaban unos a otros, a veces risueños, ceñudos a veces, según estaba festiva o lúgubre la tertulia.
Alegres cuadros de toros disipaban la tristeza producida en el ánimo por otros, en cuyos oscuros lienzos habían sido retratados dos siglos antes por Pantoja de la Cruz o por Sánchez Coello, hasta una docena de personajes ceñudos y sombríos, conquistadores de medio mundo.
Cerraban el horizonte montes ceñudos y en los huertos se veían arboledas y bosquecillos de frutales.
Sobre los ceñudos arcos de sus ojos oblicuos, pesaba también el instintivo recelo de la fiera que siempre se siente amenazada, hasta en los recovecos de su guarida, y fácilmente se adivina que así era, pues de los toldos de Pincen, aunque fueran disimulados en un hueco, se podía divisar, por pequeñas abras, todo el horizonte, notar cualquier movimiento sospechoso en la Pampa, y huir, desaparecer rápidamente, entre las ondulaciones arenosas de la llanura, en guardia siempre contra la sorpresa fatal, viniera de otros indios, envidiosos y traidores, o de los cristianos exasperados ya por los malones repetidos, el saqueo de sus poblaciones, el arreo, burlón y ruinoso, de sus haciendas, el espantoso cautiverio de sus familias, el asesinato de sus hermanos, el continuo retroceso de su pacífica conquista del desierto.
Ceñudos y silenciosos caminaron ambos jóvenes durante largo rato, atravesaron un extenso.
¿Qué pueden los ceñudos? ¿Qué logran las melenas.
Parecían fantasmas, y en aquella venta de La Calavera, y a aquella hora, en que los objetos iban tomando formas gigantescas, y cerca de aquellos montes solitarios, semejante fila de jinetes, silenciosos y ceñudos, más que tropa, parecía una aparición sepulcral.
Los piratas escucharon ceñudos y luego volvieron a colocar la seta.
Echó tasca adentro con las manos ocultas entre los pliegues de la faja, la camiseta desabrochada sobre el pecho desnudo, las alas del sombrero sirviendo de toldo a sus ojos ceñudos, y las barbas y cabellera de matorral emboscador al resto de su cara.
Las mujeres lloran, los hombres pasan y repasan ceñudos por los altos del muelle, los chiquillos se buscan y cuchichean entre sí, los notables de la aldea comentan el telegrama con todo linaje de vaticinios lúgubres, entre sorbo y sorbo de cerveza, los fabricantes se duelen, mitad por mitad, de los hombres que navegan sobre las olas y del paro forzoso que el temporal significa para sus industrias.

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