Ejemplos con calores

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se considera una adecuada elección para climas cálidos o para sobrellevar los calores de primavera y verano.
La maduración es muy lenta, alejada de los fuertes calores, lo que permite obtener vinos con una proporción de alcohol y acidez equilibradas.
Los calores específicos varían con la temperatura y el estado físico de agregación de las sustancias.
Se caracteriza por ser una zona en la cual hay lluvias y fuertes calores a la mitad del mes.
La Porta Catularia era una puerta de Roma que se llamó así porque en sus inmediaciones se sacrificaban perros de color rojizo durante la canícula para aplacar los calores caniculares.
Y pronto muchos de los viajeros que atravesaba la zona decidieron fijar la misma como destino veraniego, escapando de los calores de Madrid.
Las soluciones con calores negativos de solución forman enlaces fuertes y tienen presiones de vapor bajas.
Comprendíase a primera vista que el , con sus delgadas paredes de madera, mal defendería a sus habitantes del frío del invierno y los calores del verano, pero en la estación de otoño, templada y benigna, aquella caprichosa construcción, orlada de franjas de menuda crestería, trabajada como un juguete de sobremesa, engalanada de fresca guirnalda de rosales, era el albergue más coquetón y donoso que puede imaginar la mente, el nido más adecuado para una pareja de enamoradas tórtolas.
El Allier es vasto y caudaloso, pero muy mermado a la sazón por los calores estivales, sólo en los puntos más anchos del cauce llevaba agua, y el resto descubría el álveo formado de arena en prolongadas zonas blancas.
El descubridor, alarmado por los insufribles calores que le salían al encuentro, vio en ellos una confirmación indiscutible de las opiniones de los hombres doctos de su época, y volvía la proa a Poniente, no osando avanzar más en el temido Austro.
El Ecuador, con sus calores irresistibles, era el gladio o cuchillo ígneo versátil que había puesto Dios entre los hombres y el Paraíso para que ninguno de los hijos de Adán pudiese volver a él.
Le espantaron los calores del Ecuador, creyó que de seguir hacia el Sur acabarían por arder sus naves.
Estaban las tres amigas en aquella pura edad en que los caracteres todavía no se definen: ¡ay, en esos mercados es donde suelen los jóvenes generosos, que van en busca de pájaros azules, atar su vida a lindos vasos de carne que a poco tiempo, a los primeros calores fuertes de la vida, enseñan la zorra astuta, la culebra venenosa, el gato frío e impasible que les mora en el alma!.
-Esa es una cuestión, Juanito mío -dijo el ladino capellán-, sobre la cual un viejo de setenta años no puede opinar discretamente, que no está bien pedir dictamen al polo frío sobre los calores tropicales.
Las que salimos mejor libradas, las de lavadero, pagamos sábado treinta de pila y colada, dos de mozos que cuelen con , por cada carretilla de ropa de la pila al cuelo, y del cuelo a la pila, una perra grande, en los tendederos otra perra, y en cuantito que llueve, que recojan pronto, otra perra por subir y bajar talegos una peseta viaje, y ponga usted jabón, palas, jornal de ayudantas, valor de prendas y las heladas y los calores las que más suerte les queda diez doce por semana vamos, lo que usted gasta en un puro.
Los calores no le probaron bien.
No agotan calores estivales la mullida grama de sus dehesas, ni los vientos glaciales del Citlaltépetl marchitan la exuberante lozanía de sus florestas.
¡Ay, qué hambre tengo!, con estos calores, cuidado que suda una, no se puede vivir ¡Y ponerse ahora la toca!.
El derivativo se lo zampa en ayunas Luego en cada comida se atiza una píldora de , con por la noche al acostarse se atiza usted otra Con estos calores, conviene no abusar mucho del hierro, ¿sabe?, y sobre todo, paséese usted y no lea tanto.
Así aquel germen de pasión y de inteligencia, guardado en un huevo, se reconocía con vida, se reconocía con fuerza, y empezaba a dar picotazos en su cárcel, anhelando respirar fuera de ella otros aires, y calentarse con calores más enérgicos.
La caza es una imagen de la guerra: hay en ella estratagemas, astucias, insidias para vencer a su salvo al enemigo, padécense en ella fríos grandísimos y calores intolerables, menoscábase el ocio y el sueño, corrobóranse las fuerzas, agilítanse los miembros del que la usa, y, en resolución, es ejercicio que se puede hacer sin perjuicio de nadie y con gusto de muchos, y lo mejor que él tiene es que no es para todos, como lo es el de los otros géneros de caza, excepto el de la volatería, que también es sólo para reyes y grandes señores.
Pero ya comprenderéis que estas rosas y estas flores exhalan durante estos primeros calores, a los cuales no estoy acostumbrada, tan intenso perfume.
-Como er méico le tiée aconsejao que no se tome calores ni fríos, ni se ajetree por naica de este mundo, pos es naturá, la señá Micaela le dijo a Juanón que no le igiera aónde estás tú pa que no se arrancara y se viniera en busca tuya.
, como cuerpo no ha parío madre zagala más bien torneá ni más bien repartía, y resperto a sus interiores, resperto a sus interiores, la más mejor podrá igualalle, pero no rebasalla, y estos no son calores de padre, sino que es la verdá, la santa verdá que no tiée más que un camino.
Felizmente, mi caudal no es de apariencia: es sólido y es abundante, a Dios gracias, y da para todo, quiero decir, para aguardar los vivificantes calores del estío, bien a cubierto de los mortíferos hielos invernales.
Así sucede que va Vuecencia a tapar un agujero, y para taparle se forma otro, y tapa éste, y resulta otro más grande, y, tapa aquí y destapa allá, piérdese algo el buen tino, y al menor descuido salta una criba entera, que, créalo Vuecencia, no es la mejor capa para esperar un hombre, abrigado con ella, los calores del verano, sobre todo, si dan en apretar mucho, como aquí sucede, los fríos del invierno.
Empezaba Marzo con calores de Junio, desde muy temprano calentaba y picaba el sol.
Volvía a saturar su imaginación con los calores tibios que los deseos de los hombres emanaban siempre a su paso.
El canto incesante de las ranas, el aroma de la campiña, el susurro elocuente y misterioso de la naturaleza, los relámpagos fantásticos e incesantes que en el horizonte presagiaban, según el ama de llaves, fuertes calores para el siguiente día, de tiempo en tiempo el canto monótono del labrador que iba a dar agua a una pareja, cuyas sonoras campanillas le hacían el acompañamiento, el vuelo rápido del murciélago que cruzaba indeciso a cada instante por delante del balcón, los regaños del ama en la cocina, que entre el charrasqueo de la sartén se destacaban, con poco placer de los criados a quienes iban dirigidos, y tantos otros ecos y fenómenos que en las noches de verano se perciben en el campo, abstraían de tal modo al forastero, que no hubiera cambiado entonces el balcón de don Silvestre por el trono más elevado del mundo.
Ya se ve, estos calores, el tiempo tan desigual.

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