Ejemplos con cañón

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y al pasar el bulto negro del que bajaba, ocultando por un momento el objeto apuntado ¡fuego y pieza segura! Eran enseñanzas oídas a graves varones que habían pasado meses enteros tras un ribazo o al abrigo de un tronco, con la culata junto a la mejilla y el ojo en el extremo del cañón, desde la puesta del sol hasta la aurora, aguardando a un antiguo amigo.
En el coronamiento de la torre, una tronera que había servido en otros tiempos para un pequeño cañón recortaba su tajadura sobre el azul del cielo.
De repente, y al desembocar de un pequeño cañón que formaban dos colinas, el pueblecillo se apareció a nuestra vista, como una faja de rojas estrellas en medio de la obscuridad, y el viento de invierno pareció suavizarse para traernos en sus alas el vago aroma de los huertos, el rumor de las gentes y el simpático ladrido de los perros, ladrido que siempre escucha el caminante durante la noche con intensa alegría.
Pues bien, en la guerra de Sucesión hubo que traer generales ingleses y franceses y hasta oficiales, pues no había un español que supiera apuntar un cañón ni mandar una compañía.
Salieron corriendo su mujer, enferma, y las cuatro hijas, gritando como locas, y se abrazaron a él, intentando arrancarle la escopeta, tirando del cañón con ambas manos.
En mi vida llamé a ninguno La alopatía es un cañón Armstrong, y la hemopatía la carabina de Ambrosio: con que vete a freír monas con tus médicos y medicinas, que yo me curo solo.
Muy vestido de charro, tamaño sombrerote, y al cinto una pistola que parece un cañón.
Algunos copos de nieve caían por el cañón de la chimenea, ¡por aquel camino de los duendes!.
Luego he tornado otra vez la vista a las de mi pasado, y, atravesando la distancia con el pensamiento, he visto a mi familia, que en esta hora patética me echará de menos, a mi madre, extremeciéndose cada vez que gime el viento en el cañón de la chimenea, como si aquel gemido pudiese ser el último de mi vida, a unos diciendo: ¡tal año estaba aquí! , a otros: ¿dónde estará ahora?.
Barbarita no gustaba de prodigar su tesoro, y apenas acercaba el papel a las respingadas narices de las otras, lo volvía a retirar con movimiento de cautela y avaricia, temiendo que la fragancia se marchara por los respiraderos de sus amigas, como se escapa el humo por el cañón de una chimenea.
El sombrero de copa da mucha respetabilidad a la fisonomía, y raro es el hombre que no se cree importante sólo con llevar sobre la cabeza un cañón de chimenea.
¡Valiente caso hacía él de las estupideces del vulgo! Cuando su conciencia le decía: mira, hijo, este es el camino del bien, vete por él , ya podía venir todo el género humano a detenerle, ya podían apuntarle con un cañón rayado.
Sus acciones eran decisivas, rectilíneas, iba a ellas disparada como proyectil que sale del cañón.
Los alaridos que la madre y el hijo daban, cada uno en su registro, no despertaron a José Izquierdo, pues este era hombre que en cogiendo la mona, no le enderezaba un cañón, pero sí sacaron de su letargo a Segunda, que fue a ver lo que ocurría, y hallando a su sobrina medio vestida, se puso hecha una furia y por poco le pega.
Los perros de caza, despeados y anhelantes de fatiga, se habían sentado al pie del crucero, el abad picaba con la uña una tagarnina para liar un pitillo, cuyo papel sostenía adherido por una punta al borde de los labios, Primitivo, descansando la culata de la escopeta en el suelo, y en el cañón de la escopeta la barba, clavaba sus ojuelos negros en el recién venido, con pertinacia escrutadora.
Volvióse el señor de los Pazos, y se quedó inmóvil, con la escopeta empuñada por el cañón, jadeante, lívido de ira, los labios y las manos agitadas por temblor horrible, y en vez de disculpar su frenesí o de acudir a la víctima, balbució roncamente:.
El señorito lo percibió, aunque tenue, clarísimo, y vio el cañón de la escopeta apuntado tan diestramente que de fijo no se perdería el disparo: el cañón no amagaba a su pecho, sino a las espaldas de Julián.
Oyó el marqués el roce del follaje al bajarse el cañón que amenazaba a Julián, y Primitivo salió del soto, blandiendo su vieja escopeta certera, remendada con cordeles.
¿Ve usted qué chillidos di ayer por la dichosa araña? Pues de noche, cuando me quedo sola con la niñaporque el ama durmiendo es lo mismo que si estuviese muerta, aunque le disparen al oído un cañón de a ocho no se mueveharía a cada paso escenas por el estilo si no me dominase.
Tendidos boca abajo, cubierto con un papel el cañón de la carabina a fin de que el olor de la pólvora no llegue a los finos órganos olfativos de la liebre, aplican el oído al suelo, y así se pasan a veces horas enteras.
Por mucho que le aguijonease el deseo de sus cuatro cuartos, no se atrevía a descolgarse del murallón, temiendo hacer ruido y que le apuntasen con el cañón de aquel arma, cuya ancha boca debía, de seguro, vomitar fuego y muerte.
Los militares son gente de manga ancha y si se pusieran pesados, con un par de duros, ¿eh? Vamos, veo que no viene usted mal armado No le falta más que un cañón de a ocho.
El cura, desatentado y atónito, acudió con ambas manos a tentar la herida, y halló que la cuchilla había pasado, no por la carne y costillas de Basilio, sino por un cañón hueco de hierro que, lleno de sangre, en aquel lugar bien acomodado tenía, preparada la sangre, según después se supo, de modo que no se helase.
Por todo este hueco de pie, mesa, garganta y pechos de la medalla y figura referida se encaminaba un cañón de hoja de lata, muy justo, que de nadie podía ser visto.
El cuatralbo, que estaba avisado de su buena venida, por ver a los dos tan famosos Quijote y Sancho, apenas llegaron a la marina, cuando todas las galeras abatieron tienda, y sonaron las chirimías, arrojaron luego el esquife al agua, cubierto de ricos tapetes y de almohadas de terciopelo carmesí, y, en poniendo que puso los pies en él don Quijote, disparó la capitana el cañón de crujía, y las otras galeras hicieron lo mesmo, y, al subir don Quijote por la escala derecha, toda la chusma le saludó como es usanza cuando una persona principal entra en la galera, diciendo: ¡Hu, hu, hu! tres veces.
En el aposento de abajo correspondiente al de arriba se ponía el que había de responder, pegada la boca con el mesmo cañón, de modo que, a modo de cerbatana, iba la voz de arriba abajo y de abajo arriba, en palabras articuladas y claras, y de esta manera no era posible conocer el embuste.

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