Ejemplos con bulliciosos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las fiestas Erasmus que se celebran en las ciudades anfitrionas son conocidas en los ambientes universitarios de toda Europa por ser acontecimientos bulliciosos y multilingües.
La conveniencia está influenciada por edificios y elementos circundantes, por ejemplo los jardines, templos, estatuas y santuarios suben el nivel de conveniencia, mientras las industrias, granjas, parques de bomberos, edificios bulliciosos y puestos de arquitectos hacen bajar el nivel de conveniencia.
Con lo cual creó una fructífera comunidad que reunía a la producción agrícola e investigación científica, lejos de los bulliciosos centros urbanos.
Por todos los senderos se alejaban grupos multicolores: unos obscuros, sin escolta alguna, marchando lentamente, como si se arrastrasen, con la miseria de la ancianidad, otros bulliciosos, de faldas inquietas y pañuelos ondeantes, seguidos a distancia por una tropa de , que gritaban, relinchaban y corrían para advertir su presencia a las muchachas.
Los bulliciosos latinos de la proa también estaban silenciosos y preocupados, como los navegantes que avistan una tierra nueva.
Los soldados, alegres y bulliciosos, deseaban que les echaran moros para dar cuenta de ellos.
A la sombra de un naranjo, el único crecido y frondoso, en cuya copa anidaban bulliciosos pajarillos, pasaba yo la mañana.
El aire se poblará de aves, de insectos y de átomos bulliciosos.
Llegamos a la calle de la Santísima Trinidad y en un cuarto bajo, oscuro y humildísimo, había hasta dos docenas de personas de diferentes edades, aunque abundaban más que los viejos los jóvenes, todos alegres y bulliciosos, como grey estudiantil, vestidos de voluntarios los unos y con sotana un par de ellos, si no estoy trascordado.
Presentábase adelante el país tan áspero, desigual y montuoso como el anterior recorrido, aunque el arbolado era más frondoso y lozano, casi primitivo, y el suelo surcado de arroyos bulliciosos y de limpias aguas que corrían a perderse al fondo de la bahía del Mariel, o en el mar abierto al Norte.
Iban por la calle en grupos bulliciosos los vecinos, hombres y mujeres, niños y ancianos, y con ingenuo fervor gritaban: «¡Viva la Libertad, muera Cristina, abajo los ladrones!», poniendo en sus acentos, más que la idea política, un sentimiento familiar con ecos de exaltación religiosa.
libertad como escolares bulliciosos que pierden de vista al maestro.
De aquí, de estos grupos alegres i bulliciosos, saldrá el pensador austero i taciturno, de aquí, el poeta que fulmine las estrofas de acero retemplado, de aquí, el historiador que marque la frente del culpable con un sello de indeleble ignominia.
Los soldados, alegres y bulliciosos, deseaban que les echaran moros para dar cuenta de ellos.
A derecha e izquierda la secular vegetación ha llegado a cubrir los estrechos planos, las caprichosas gradas, los bordes de los barrancos, las laderas y hasta las paredes casi perpendiculares de esa estupenda rotura de la cadena andina, y por entre columnatas de cedros y palmeras, y arcadas de lianas, y bóvedas de esmeralda y oro bajan, siempre a saltos y tumbos, y siempre bulliciosos, los infinitos arroyos que engruesan, amén de los ríos secundarios, el venaje del río principal.
Nada costó a Chamijo, aunque escaso de dinero, hacer hasta cierto punto la conquista de Buenos Aires, iniciando algunas útiles relaciones, sobre todo entre la gente de rompe y rasga, frecuentadora del matadero, la plaza de las carreras, detrás del convento de Santo Domingo, las barrancas del río y otros sitios bulliciosos y alegres, donde solían reclutarse los hombres atrevidos que iban a tomar contrabando en la colonia del Sacramento, a la otra banda del río.
A su regreso, Madrid les ofrecía su amenidad otoñal, favorecida del temple benigno, se animaban cafés, teatros y tertulias, la política iba entrando en calor y divirtiendo a la gente con sus altercados bulliciosos.
Los grupos, bulliciosos, se formaban, se descomponían y volvían a formarse por improvisadas o antiguas atracciones de amistad.
Le interesaba el espectáculo de aquellos claustros bulliciosos, sin que por ello te picaran ganas de estudio, al contrario, su repugnancia de las carreras y de los títulos académicos era más grande en el interior de la Universidad que en la libre calle bullanguera.
Porque hace música, y literatura, y política, y sorbe tes dansants y chocolates bulliciosos, y juega al encarté.
muy ligeros antes, agora procedían graves, los bulliciosos, pausados, los flacos, que en cada.
al contrario, no toparéis sino hombrecillos maliciosos y bulliciosos, todo embeleco y.
- ¡Con tal arte íbamos aislando y dejando para lo último la expedición a la Gran Sierra y a Cádiar y a importantísimos pueblos asentados a sus plantas, en las márgenes de sus bulliciosos ríos!.
Por último, la cazadora de aves con liga de miel, arrojó al aire la que quedaba en la copa, y como si hubieran saltado las gotas del líquido transformadas en rubíes, en esmeraldas, en topacios, en granates, en conchillas de nácar y en pepitas de oro, se dispersaron bulliciosos y deslumbrantes aquellos preciosos pajarillos, creados en el mismo instante en que la naturaleza sembró en los bosques argentinos la semilla misteriosa de la flor del aire.
Por consiguiente, el organista hacía muy bien en declarar dignos del templo aquellos aires humildes, con que solía alegrarse el pueblo y que cantaban las vetustenses en sus bailes bulliciosos a cielo abierto.
Después de Pedro los menos bulliciosos eran la Regenta y el Magistral, a veces se miraban, se sonreían, De Pas dirigía la palabra a Anita de rato en rato, tendiendo hacia ella el busto por detrás de la Marquesa, para hacerse oír, don Álvaro los observaba entonces, silencioso, cejijunto, sin pensar que le miraba Visitación, que estaba a su lado.
Los más bulliciosos muchachos al entrar en el gabinete del tresillo se revestían de una seriedad prematura, parecían sacerdotes jóvenes de un culto extraño.
Todos alegres y bulliciosos se acomodaron en una gran mesa especialmente preparada.
Amaneció un día con el viento al Sur, casi en calma: el cielo sonrosado con algunas nubes aturbonadas, la bahía, como un espejo, la mar, como un lago, la temperatura, a placer, el campo, verde y fragante, las flores, meciéndose sobre los tallos, los árboles, entreabriendo sus hinchadas yemas y asomando por ellas las tiernas esmaltadas hojas, que se estremecían y se desplegaban al sentir por primera vez el calor de los rayos del sol vivificante, la sonora voz de las campanas de todos los templos, llenando de armonías el espacio, y el movimiento y la circulación, interrumpidos por la solemnidad de los días anteriores, restableciéndose bulliciosos en todas las arterias de la población.
Danzarían, sí, inocentes y bulliciosos, en honor del Señor Santiago, porque en la danza el instinto religioso se ha desbordado siempre, desde que el hombre ofreció los primeros sacrificios.

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