Ejemplos con bullanguera

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Era la Cuba corrupta y bullanguera de Fulgencio Batista.
Cuando Emelec juega de visitante, la Boca del Pozo organiza viajes y se une a otras barras locales, como la Boca del Pozo Quito, es pionera en ECUADOR al realizar este tipo de campañas, caracterizando siempre por ser la hinchada más fiel y bullanguera.
¿Qué motivó esta fuga? ¿El hastío, el miedo, la convicción de la vacuidad bullanguera de las Constituyentes? De todo hubo un poco, pero ninguna de estas razones pudo absolver al Presidente de su insana conducta.
Sobre el Sena helado patinaba la juventud bullanguera, y en el lago del Bosque de Bolonia la aristocrática organizó una fiesta rusa, con espléndida iluminación, trineos y deportes al uso septentrional.
Los que allí perecieron, no eran gente díscola y bullanguera, sino pacíficos señores que en nada se metían, iban a sus casas, salían del Casino o del café de la Iberia, pensando en todo menos en su fin inminente.
Le interesaba el espectáculo de aquellos claustros bulliciosos, sin que por ello te picaran ganas de estudio, al contrario, su repugnancia de las carreras y de los títulos académicos era más grande en el interior de la Universidad que en la libre calle bullanguera.
Entró solo, sin miedo ni precaución, en la Cancillería, rompiendo por entre una multitud enconada y bullanguera.
-Esto no me gusta -dijo Fernández-, y me parece que si la alta empresa que entre manos traemos no sale tan bien como debiera, consistirá en esta inmunda canalla motinesca, díscola y bullanguera, que en circunstancias tan críticas se vuelve contra sus jefes.
Quién solicitaba humildemente, quién reclamaba con soberbia mal envuelta en cortesía, alegando servicios a la Libertad y una larga historia bullanguera.
Desigual, empinada, locamente retorcida sobre la falda de un cerro, rota a trechos por espontáneos borbotones de fronda, pudiendo apenas sostenerse en los estribos de sus puentes, caldeada por un irritante y eterno sol de verano, sacudida a temporadas por espantosos temblores de tierra, castigada por lluvias torrenciales, por inundaciones inclementes, bullanguera, revolucionaria y engreída, era Villabrava una ciudad original, con puntas y ribetes de pueblo europeo, a pesar de sus calles estrechas y de sus casas rechonchas, llenas de flores y de moho.
Ana veía en los pormenores de la vida de beata mil motivos de repugnancia, pero prefería apartar de ellos la atención: no dejaba que el espíritu de contradicción buscase las debilidades, las groserías, las miserias de aquella devoción exterior y bullanguera.
Seguí entre la multitud aquel desfile y los acompañé hasta que tomaron el cochecito, partiendo entre la curiosidad bullanguera de las gentes.
Encima, la cazuela, inquieta, movediza, bullanguera, sugiriendo la idea de una gran jaula de urracas.
Desde su edición pequeña de Las Novedades observaba el movimiento político, sin comprender de él más que la superficie bullanguera y la palabrería rutinaria.
¿Qué motivó esta fuga? ¿El hastío, el miedo, la convicción de la vacuidad bullanguera de las Constituyentes? De todo hubo un poco, pero ninguna de estas razones pudo absolver al Presidente de su insana conducta.
Los que allí perecieron, no eran gente díscola y bullanguera, sino pacíficos señores que en nada se metían, iban a sus casas, salían del Casino o del café de la Iberia, pensando en todo menos en su fin inminente.
Le interesaba el espectáculo de aquellos claustros bulliciosos, sin que por ello te picaran ganas de estudio, al contrario, su repugnancia de las carreras y de los títulos académicos era más grande en el interior de la Universidad que en la libre calle bullanguera.
Y tras esta prueba tan concluyente, pasaron más días con el caso siempre perdido entre misterios en derredor de Nino, y siempre enferma e invisible Irene para él, y su padre turulato, y su madre hecha una esfinge, y la locuaz y bullanguera Petrilla, muda y recelosa y alarmante.
-Por allí viene don Paco -dijo Pepita la Bullanguera al ver desembocar por la esquina al famoso injerto de litri y de marqués de quien, de modo tan poco lisonjero, acababa de ocuparse la señora Rosario la Lechuguina.

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