Ejemplos con batahola

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En el mismo lugar, la Cota fue robada por los orcos cuando capturaron al Mediano y produjo una enorme Batahola dentro de la Torre por su posesión, matándose entre ellos.
En la batahola final Charlot trata de escapar pero la sonámbula vuelve a caer en sus brazos.
La luz opaca del farol, filtrándose a través de la cortinilla de azul tafetán, el gris uniforme y mate del forro, que parecía blanquecina colgadura, el silencio, la atmósfera reposada, sucediendo a la claridad brutal y a la confusa batahola del fondín, convidando estaban a apacible sueño y sosiego.
La música, acompañada de gritos y gran batahola infantil, recorría el buque.
Pensé que de aquella batahola podría resultar mi liberación, pero no fue así.
Mas pronto se cansó de estos femeninos menesteres de guerra, y arrollando a sus hermanos pequeños y arrebatándoles espada y casco, se puso al frente de ellos, y les condujo más de una vez a la victoria, o a nuevas solfas de la madre, que no podía resistir tanta batahola y entorpecimientos en las habitaciones y pasillos de la casa.
Por más que dijeran, el barrio de Salamanca es Tan apegada era la buena señora al terruño de su arrabal nativo, que para ella no vivía en Madrid quien no oyera por las mañanas el ruido cóncavo de las cubas de los aguadores en la fuente de Pontejos, quien no sintiera por mañana y tarde la batahola que arman los coches correos, quien no recibiera a todas horas el hálito tenderil de la calle de Postas, y no escuchara por Navidad los zambombazos y panderetazos de la plazuela de Santa Cruz, quien no oyera las campanadas del reloj de la Casa de Correos tan claras como si estuvieran dentro de la casa, quien no viera pasar a los cobradores del Banco cargados de dinero y a los carteros salir en procesión.
Luego que puso fin a esta operación, se ocupó en acostar a los cuatro muchachos campaneros, los cuales, fatigados de la batahola de aquel día, yacían medio dormidos sobre el suelo.
Al otro lado del trapiche, aunque eran mayores si cabe la batahola y la algarabía, por decirlo así, de los ruidos confusos, no se veía cosa alguna, impedíalo completamente el denso humo revuelto con el vapor que se desprendía de las hirvientes calderas, donde se cocía el dulcísimo jugo de la caña y llenaba con sus inmensas olorosas columnas todo el interior del gran laboratorio.
En medio de toda aquella batahola, no cesaba el clamor de los caleseros por el nombre de las familias a que pertenecían.
Ruidos distintos y gran batahola reinaban por todas partes.
Todos hablaban, todos gritaban a un tiempo, gesticulando con los brazos por sobre las cabezas, y entre la alborotada batahola discerníanse frases de este porte: ¡dictadura! ¡anticonstitucional! ¡excesos humillantes! ¡tiranía! ¡demencia! ¡loco de atar! ¡a su casa! ¡al manicomio! ¡muera! ¡abajo!.
-¡Qué caballos, bolonio, si toda aquella batahola la mueve el vapor!.
Figúrese el lector la batahola y alarma que esta noticia causó en el convento.
Van, armando una batahola de mil diablos.
Mas pronto se cansó de estos femeninos menesteres de guerra, y arrollando a sus hermanos pequeños y arrebatándoles espada y casco, se puso al frente de ellos, y les condujo más de una vez a la victoria, o a nuevas solfas de la madre, que no podía resistir tanta batahola y entorpecimientos en las habitaciones y pasillos de la casa.
La gran batahola que se hacía en su cuarto le era ya insoportable.
Porque, verdaderamente, ¿qué cosa más contraria a la dignidad de una población que esta batahola de chicos en un solar cerrado, en día festivo, y cuando los mayores se entregan con delirio a las ardientes emociones del toreo verdadero? Los guindillas o polizontes municipales demostraban un celo digno de todo encomio en la corrección de estos abusos infantiles, y el guarda, enojadísimo porque profanaban la virginidad de su solar, la emprendía a escobazos con los lidiadores y.
Pero la gran batahola fue por la mañana cuando, encendida la cocina, dio principio el fuego a su gran obra, y las cacerolas empezaron a murmurar, y el humo y los espesos vapores olorosos, llenando parte de la casa, salían al campo como nuncios benditos de la gran hartazga que se disponía.
La promiscuidad y libertad de esos casinos absolutamente cosmopolitas, donde se mezcla y confunde gente de las más diversas procedencias, y que sirven de punto de reunión a todos los extranjeros, no sólo de noche, para la batahola del juego infernal que se juega allí, sino por la tarde, a las cinco, en busca de las emociones más suaves y anodinas del concierto -serían favorables a la escena que Miraya quería representar, escena histórica, a pesar del carácter nada solemne del teatro-.
Los libertinos, los incrédulos, es decir, los unitarios, empezaron a amedrentarse al ver tanta cara compungida, oír tanta batahola de imprecaciones.
Imposible parecía que con la batahola y vocerío que armaron los guardianes durmiese con sueño de ángel aquel hombre que reunía en su espíritu la fiebre poética y el bélico ardor.
¡Afán, como te dije al principio, de meternos en todo lo que no nos importa! Que se acostumbre el hombre a vivir con lo que tiene a sus alcances, y verás como no se le da una higa por toda esa batahola de conquistas científicas con que tanto se pavonea el presente siglo.
La batahola de los tranvías la aturdió un instante.
Sus dientes, como granos de arroz, iban ya a clavarse, cuando la rodeó un tumulto, una batahola infernal.
Largó, pues, el saetazo de protesta, respondieron las otras con las respectivas puñaladas, comenzó a reír la madre sin ton ni son, entrole miedo a Nieves, miró a su padre que la comprendió enseguida, despidiéronse con la mayor prudencia posible, y sin saber, afortunadamente, de qué se trataba, salieron de la visita, oyendo desde el portal -no obstante la batahola de aletazos y cacareos del averío al dispersarse temeroso-, la que quedaba armada arriba entre las cuatro mujeres.
-Mire usted, amigo mío: yo no estoy literalmente reñido con esa batahola infernal, con ese movimiento que forma hoy la base de la sociedad en que ustedes viven, no señor: comprendo perfectamente todo lo que vale y el caudal inmenso de ilustración que representa, pero esto no puede satisfacer las humildes ambiciones de un hombre de mis años.
Y en la asfixiante batahola, cuando ya se nublaba su vista y echaba atrás la cabeza, recibió en su diestra una sensación de frescura, difundiéndose por el torrente de su sangre.
¡Qué batahola, señora Doña Francisca! Me alegrara de.
Gritánbanlo, lo azuzaban en vano con las mantas y pañuelos los muchachos prendidos sobre las horquetas del corral, y era de oír la disonante batahola de silbidos, palmadas y voces tiples y roncas que se desprendía de aquella singular orquesta.

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