Ejemplos con banquete

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En Harry Potter y la Piedra Filosofal, cuando los alumnos de primer año están esperando a la profesora Minerva McGonagall, aparece el Fraile discutiendo con otro fantasma, el fraile le pide al otro una oportunidad para que Peeves el Poltergeist pueda estar en el banquete de primer año, a pesar de sus malos actos.
Herbert Spencer, formulando con noble sinceridad su saludo a la democracia de América en un banquete de New York, señalaba el rasgo fundamental de la vida de los norteamericanos en esa misma desbordada inquietud que se manifiesta por la pasión infinita del trabajo y la porfía de la expansión material en todas sus formas.
Por la noche hubo banquete de gala.
Luego, a los postres de un banquete, Miguel y sus búlgaros lo asesinaron.
El esturión, estómago insaciable, intervenía en el banquete oceánico, encontrando en el bacalao la substancia concentrada de ejércitos de arenques.
Algunos pescados, algunos pavos, la tradicional ensalada de frutas, a las que da color el rojo betabel, algunos dulces, un hecho con harina de trigo, de maíz y pasas, y todo acompañado con el famoso y blanco pan del pueblo, he ahí lo que constituyó ese banquete, tan variado en otras partes.
Yo desde hace tres años he hecho que uno de los chicos de la escuela recite, después del banquete de esta noche, una de estas buenas composiciones poéticas españolas, en lugar de los malísimos versos que había costumbre de recitar y que se tomaban de los cuadernitos que imprimen en México y que vienen a vender por aquí los mercaderes ambulantes.
Cuando estuvo la imprenta, modestísima por cierto, en disposición de funcionar, celebraron el indispensable banquete.
Se daba un banquete en el nuevo edificio de las escuelas para inaugurarlo: a los tres o cuatro días se recibía el periódico de Lancia con la consabida carta publicando los brindis y los sonetos improvisados.
Primero se puso a trabajar como abogado, aunque sin jurar su título, en los bufetes de don Nicolás Azcárate y Miguel Viondi, dándose luego a conocer de sus paisanos como orador, en notables discursos y conferencias pronunciadas en el Liceo de Guanabacoa, y en un brindis que hizo en un banquete celebrado en honor del genial periodista Adolfo Márquez Sterling.
¡Ah, el templo risueño y bonito! Los altares eran hermosos, como los platos montados de un banquete.
Era la primera vez en todo el día, que estaba a sus anchas, lejos de los negocios, terminado aquel banquete con gentes ante las cuales se mostraba abstraído y silencioso.
Y hasta más de media noche duró la cena en el fondín principal del pueblo: un banquete de platos populares y substanciosos, tales como los soñaban aquellos ricos improvisados en su época de hambre: conejos de monte, gallinas en toda clase de guisos, bacalao bajo todas las formas, un interminable desfile de viandas vulgares rociadas desde la primera a la última con champagne de las mejores marcas.
Mejor prefiere una merienda con gente de boina que un banquete en el palacio que Sánchez Morueta tiene en Las Arenas ¡Ser primo de Don José y pasarse meses sin verlo! ¡Pero qué famoso es el doctor!.
No fue necesario llamarlo: por el extremo del pasillo asomaba este la cabeza, y veíanse detrás el ama de llaves y el cocinero, todos rubicundos y sofocados, como si viniera a sorprenderles la visita al final de un opíparo banquete.
Una dama angelical, conocidísima en los altos círculos por su ingenio, su elegancia y su belleza, habíale arrancado, en un banquete, una confesión explícita, aunque no pública, de sus nuevas simpatías dinásticas Un ramo de violetas había sido la ocasión, y un ángel fue el instrumento.
Jacobo habíase afiliado después de la Restauración en la revolucionaria capitaneada por el atleta Martínez, que tan sólo había reconocido hasta el presente al nuevo monarca en un banquete privado y bajo el símbolo de un ramo de violetas presentado por un ángel no inscrito en las jerarquías celestiales El hecho, pues, de presentarse el marqués consorte en Palacio indicaba a las claras que , su jefe, daba otro paso adelante, enviando un fiel explorador a la fértil tierra de Mesopotamia.
La enferma accedió a nuestro deseo y vino a presidir el banquete.
En grandes jarrones de porcelana española,los viejos jarrones de la familia,frescos ramilletes de rosas, lirios y azucenas, y por todas partes, regados aquí y allá, pétalos rosados, amarillos, blancos, purpúreos, y apiladas en torno de mi taza, las místicas y caducas balsaminas,,que de ordinario engalanaban la humilde lamparilla de la Dolorosa, lucían ahora en aquel banquete religioso su nívea veste manchada de carmín.
El alma carece de edad, y, mientras caen deshechos los ídolos de barro que erige la soberbia del hombre, el espíritu se purifica en el destierro para asistir al banquete de la Inmortalidad.
Había quien preparaba su banquete con un , una libra de , u otras despreciadas partes de la res vacuna, o bien con asadura, bofes de cerdo, sangre frita y desperdicios aún peores.
A aquel círculo iba Federico Ruiz siempre con prisa y con el tiempo tasado, porque a tal hora tenía que asistir a una junta para tratar de la erección del monumento a Jovellanos, después a otra para ocuparse del banquete que se había de dar a los pescadores de provincias que vendrían al Congreso de piscicultura.
Sabel, por su parte, a medida que el banquete se prolongaba y el licor calentaba las cabezas, servía con familiaridad mayor, apoyándose en la mesa para reír algún chiste, de los que hacían bajar los ojos a Julián, bisoño en materia de sobremesas de cazadores.
Empero quiso la suerte que entre la gente que acompañaba al corregidor venian los dos estudiantes manchegos, y se hallaron presentes a toda esta historia, y viendo lo que pasaba, y que en todas maneras habian de ir a la cárcel Esperanza, Claudia y la Grijalva, en un instante se concertaron entre sí en lo que habian de hacer, y sin ser sentidos se salieron de la casa, y se pusieron en cierta calle tras canton por donde habian de pasar las presas, con seis amigos de su traza y que luego les deparó su buena ventura, a quienes rogaron les ayudasen en un hecho de importancia contra la justicia del lugar, para cuyo efecto los hallaron mas prontos y listos que si fuera para ir a algun solemne banquete.
Él respondió que por dallos contento a todos desde aquel punto se las concedia, advirtiéndoles que las estimasen en mucho, porque era no pagar media anata del primer hurto que hiciesen, no hacer oficios menores en todo aquel año, conviene a saber, no llevar recaudo de ningun hermano mayor a la cárcel ni a la casa de parte de sus contribuyentes, piar el turco puro, hacer banquete cuando, como y adonde quisieren, sin pedir licencia a su mayoral, entrar a la parte desde luego con lo que entrujasen los hermanos mayores, como uno dellos, y otras cosas que ellos tuvieron por merced señaladísima, y los demas con palabras muy comedidas las agradecieron mucho.
—La estrena no será mala, porque estoy de ganancia, y soy enamorado, y tengo de hacer hoy banquete a unas amigas de mi señora.
No quiero llegar a otras menudencias, conviene a saber, de la falta de camisas y no sobra de zapatos, la raridad y poco pelo del vestido, ni aquel ahitarse con tanto gusto, cuando la buena suerte les depara algún banquete.
Tuvo el bachiller el envite: quedóse, añadióse al ordinaro un par de pichones, tratóse en la mesa de caballerías, siguióle el humor Carrasco, acabóse el banquete, durmieron la siesta, volvió Sancho y renovóse la plática pasada.
Vuestra merced sí que es escudero fiel y legal, moliente y corriente, magnífico y grande, como lo muestra este banquete, que si no ha venido aquí por arte de encantamento, parécelo, a lo menos, y no como yo, mezquino y malaventurado, que sólo traigo en mis alforjas un poco de queso, tan duro que pueden descalabrar con ello a un gigante, a quien hacen compañía cuatro docenas de algarrobas y otras tantas de avellanas y nueces, mercedes a la estrecheza de mi dueño, y a la opinión que tiene y orden que guarda de que los caballeros andantes no se han de mantener y sustentar sino con frutas secas y con las yerbas del campo.
Pero lo que más campeó en el campo de aquel banquete fueron seis botas de vino, que cada uno sacó la suya de su alforja, hasta el buen Ricote, que se había transformado de morisco en alemán o en tudesco, sacó la suya, que en grandeza podía competir con las cinco.

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