Ejemplos con asechanzas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Dios omnipotente, dador de todos los bienes, te suplicamos humildemente que por la intercesión de nuestro Padre San Benito, infundas tu bendición + sobre esta sagrada medalla, a fin de que quien la lleve, dedicándose a las buenas obras, merezca conseguir la salud del alma y del cuerpo, la gracia de la santificación, y todas la indulgencias que se nos otorgan, y que por la ayuda de tu misericordia se esfuerce en evitar las asechanzas y engaños del enemigo, y merezca aparecer santo y limpio en tu presencia.
Todos estamos expuestos en la vida a tristes desengaños, a las asechanzas de nuestros enemigos y a la traición de nuestros amigos.
Antes de llegar a mi vivienda era fuerza que atravesase por entre el multitudinoso ejército de ocupación, recibiendo continuos dardos meretricios y padeciendo asechanzas y requerimientos, así orales como de hecho, puesto que alguna se asía de mi brazo, de manera que, por zafarme de estorbos y reponerme de la fatiga, solía yo algunas veces acogerme a un cafetín, que era donde las individuas vivaqueaban, y allí convidaba a las que más me atosigaban, con que las dejaba mansas, nutridas y satisfechas.
Cada vivienda equivalía a un antro de asechanzas.
Sus sentidos, aguzados por una vida de alarmas y asechanzas, parecían apartarse de allí, atraídos por el tiroteo.
Y de la muchedumbre en completa demencia todavía surgían lóbregos sofistas para declarar que este era el estado perfecto, que así debían seguir todos eternamente, y que era un mal ensueño desear que los tripulantes se mirasen como hermanos que siguen un destino común y ven en torno de ellos las asechanzas de un misterio agresivo ¡Ah, miseria humana!.
Recordó su beso, aquel beso que espeluznaba su dorso y doblaba sus piernas, haciéndolo descender como un náufrago contento de su suerte a través de un océano de delicias ¡Y no lo recibiría más! ¡Y su boca, que tenía un sabor a canela, a incienso, a selva asiática poblada de voluptuosidades y asechanzas, no era en aquellos momentos mas que un orificio negro que empezaba a servir de puerta a toda la gusanería de la putrefacción! ¡Ah, miseria!.
La noche le envolvía con todas las asechanzas de una selva virgen, mientras brillaba ante sus ojos una gran ciudad coronada de diamantes eléctricos, esparciendo en la negrura del espacio un halo de incendio.
El Mediterráneo, afortunadamente para los buques mercantes, se hallaba a cubierto de sus traidoras asechanzas.
Tuvo el presentimiento de que este beso iba a datar en su vida, de que empezaba para él una nueva existencia, de que nunca llegaría a despegarse de estos labios mordedores y acariciantes, que tenían un lejano sabor de canela, de incienso, de selva asiática poblada de voluptuosidades y asechanzas.
Al vulgo le place ver los personajes históricos a su gusto, como héroes de novela folletinesca que arrostran toda clase de asechanzas para que al fin triunfe su inocencia en el último capítulo.
Y Pinzón juega en todo esto el papel de un traidor cauteloso, que fomenta los miedos ridículos de una marinería acostumbrada a navegaciones más azarosas En el relato de su viaje, el Almirante, que era de carácter receloso y muy dado a ver traiciones y asechanzas en todas partes, no dice una palabra de intentos de revuelta, y varias veces, durante la navegación, aproxima su nave a la de Martín Alonso, le llama, entablan amistosa plática desde el puente, y se envían con una cuerda la famosa carta de Toscanelli para esclarecer sus dudas.
Habían de vivir siempre en guardia contra las asechanzas del blanco, el más maligno de los bípedos, terrible residuo de todas las aventuras y desesperaciones de Europa.
El era de la masonería italiana, que ponía bajo la salvaguardia de los Hermanos del la persona de Amadeo de Saboya, encargándoles encarecidamente que velaran por el nuevo Rey, y le protegieran de la maldad y asechanzas de todo género.
Sobre este punto tranquilicé a mis buenos sirvientes, asegurándoles que mi fe musulmana es escudo mío y de mi familia contra las asechanzas de los hijos del fuego.
¡Guárdeme Allah Misericordioso de las asechanzas de Satán el Pérfido, el Corruptor de Adán y de toda su prole!.
Olózaga, por consejo de sus amigos, que veían amenazada la vida del tribuno en nocturnas asechanzas, huyó al extranjero, y el Ministerio González Bravo procuraba entrar en la normal vida política, consistente tan sólo en dar y quitar destinos.
A medida que las niñas iban creciendo, disminuía para la madre parte del trabajo material, pero este descanso se compensaba con el exceso de vigilancia para guardar el rebaño, cada vez más perseguido de lobos y expuesto a infinitas asechanzas.
Lo mismo que la tontería en que ahora ha dado que le van a quitar su honor, que entran hombres en la casa que por todas partes se le tienden asechanzas a su honor ¡Qué melodramáticos estamos y qué simples ! Parece mentira que tales absurdos se le ocurran a quien está casado con una mujer, que es , sí señor, me ratifico, , mujer que antes se dejaría descuartizar que mirarle a la cara a un hombre.
Por todas partes asechanzas, celadas, inicuos planes.
-Sí, ¿qué otro nombre merece quien posee un arte infernal para romper lazos de muy antiguo trabados entre dos personas, y que resistieran durante veinticinco años a las asechanzas del mundo y a la persecución de los más diestros cortejos?.
Señora, usted nos ha librado de la deshonra, porque ¿qué hubiera sido de nosotras, solas aquí y expuestas a las asechanzas alevosas de ese militar? ¡Oh!, no lo quiero pensar.
-Estar libre de rencores -prosiguió Lázaro en voz muy baja-, ¡amar sin recelo, sin temor, despreciar el mundo, las traiciones, las asechanzas, hallar regocijo en las persecuciones, y sacar consuelo hasta de las desventuras!.
Pero la negra, por acabarme de una vez, me trujo una esponja frita con manteca: conocí la maldad, vi que era peor que comer zarazas, porque a quien la come se le hincha el estómago, y no sale dél sin llevarse tras sí la vida, y pareciéndome ser imposible guardarme de las asechanzas de tan indignados enemigos, acordé de poner tierra en medio, quitándomeles delante de los ojos: halléme un dia suelto, y sin decir adios a ninguno de casa, me puse en la calle, y a ménos de cien pasos me deparó la suerte al alguacil, que dije al principio de mi historia que era grande amigo de mi amo Nicolas el Romo, el cual apénas me hubo visto, cuando me conoció y me llamó por mi nombre: tambien le conocí yo, y al llamarme, me llegué a él con mis acostumbradas ceremonias y caricias: asióme del cuello, y dijo a los corchetes suyos: Este es famoso perro de ayuda, que fué de un grande amigo mio, llevémosle a casa.
Lobato, si viajaba de noche, cruzaba a escape ciertos parajes frondosos y oscuros, en que estaba seguro de encontrar asechanzas de aquellos aldeanos, que a la luz del sol temblaban en su presencia.
fuese que acaso recibiese el enemigo con asechanzas, ó doblez á.
Y todavía diera de buena gana estas molestias, si los ratos en que me veo libre de las asechanzas de ese espíritu villano, pudiera consagrarlos al completo olvido de mí mismo, o al cultivo de mi inteligencia y a la adquisición de nuevos conocimientos con el estudio, pero lejos de ello, ese tiempo no me alcanza para precaverme contra unos y vencer el despecho que me producen los actos de los otros, porque el maldito amor propio se rebela lo mismo en estas pequeñeces que en otros asuntos de mayor importancia.
Sólo así y no por violencia, miedo o tutela constante, tendrá verdadero mérito que resplandezcan en ellas la entereza y la persistencia con que mantienen su inmaculada virtud, defendiéndola de todos los ataques y asechanzas de los galanes seductores.
Lo que ha disminuído algo es el horror ó el desprecio al pobre, y ciertas asechanzas de que el rico debía de verse, en lo antiguo, perpetuamente circundado.
El príncipe de la China es, por sus virtudes, talento y hermosura, el favorito del rey de los genios, el cual le ha salvado mil veces de las asechanzas que el Kan de Tartaria ponía contra su vida.

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