Ejemplos con arrepentimiento

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Si usted quisiera arrojarse a sus pies, y con humildad y arrepentimiento.
Por más que disten mucho ciertas personalidades de sernos simpáticas, nos inspiran a lo menos compasión, y al fustigar sin piedad al vicio y al escándalo, nos guardamos muy bien de ensañarnos con persona alguna determinada, a que puede el arrepentimiento haber colocado ya al abrigo de toda censura.
Calló el niño, y no resonó un aplauso, sólo estalló un sollozo, un inmenso sollozo que pareció salir de mil pechos por una sola boca, arrastrando los encontrados afectos de amor, ternura, vergüenza, entusiasmo, piedad y arrepentimiento, que en aquellos corazones había despertado la cándida vocecita del niño A una señal del rector, lanzáronse todos los que en el estrado estaban en brazos de sus padres, estallando entonces una verdadera tempestad de besos, gritos, abrazos, bendiciones, llantos de alegría y gemidos de gozo.
Era un examen de conciencia, una explosión de arrepentimiento que afluía a la pobre vivienda de todos los extremos de la vega.
El terror que le inspiraba su marido, la vigilancia del argos con faldas que tenía en su cuñada y su propio arrepentimiento, hicieron que la Condesa no volviese a ver en secreto al Marqués.
En esta refriega espiritual, entre la culpa y el arrepentimiento, estuvo ella hasta que volvió su marido.
No es ese temorreplicó la hija del médico, lo que me induce al arrepentimiento, sino el temor de haber lastimado un corazón sensible, de haberle hecho una profunda herida.
¡Pobre Teresa! Tal vez se imaginaba que las palabras de doña Manuela conmovían al descarriado, haciéndole entrar en el camino del arrepentimiento, no adivinaba ni aun remotamente que su marido, por una aberración extraña, en la que entraba por mucho el amor propio, comenzaba a entusiasmarse con la belleza algo marchita de la esposa de su antiguo principal.
El corcovadito quedaba victorioso, fingía arrepentimiento, se acercaba a la joven para acariciarla y darle un beso, y luego que se iba el señor Fernández volvía a los improperios y a las obscenidades.
Esas lágrimas que usted derrama, ¿son de arrepentimiento sincero? ¡A saber! Si usted se nos arrepintiera de verdad, pero de verdad, con contrición ardiente, todavía esto podría arreglarse.
¡Si será cierto lo que dice! ¡Caridad, lástima, arrepentimiento necesidad de transigir, decoro, reconciliación!.
Pero en fin, pongamos que sea así, ¿y qué? Ahora lo que falta saber es si con toda esa cristiandad nos querrá dar gato por liebre ¡Lástima, arrepentimiento! Dios mío, o dame una luz clara sobre esto, o quítame esta grillera de mi cabeza.
Diríale que no podía admitirla en su casa, pero que con el tiempo si daba pruebas de arrepentimiento En fin, que ya saldría la epístola tan guapamente.
Cuando hay arrepentimiento el Señor perdona.
Aquel llorar continuo, ¿qué puede ser sino arrepentimiento? A saber los medios que el Señor escoge.
Pues lo que yo necesito ahoraagregó Rubín terciándose el manteo sobre las piernas, y accionando como un hombre que necesita tener los brazos libres para una gran faena, es ver en usted señales claras de arrepentimiento y deseo de una vida regular y decente, lo que yo necesito ahora es leer en su interior, en su corazón de usted.
Lo pasado, pasado está, y el arrepentimiento no deja ni rastro de mancha, pero ni rastro.
La última que cambió algunas palabras con ella fue Fortunata, que la siguió hasta el vestíbulo movida de lástima y amistad, y aún quiso arrancarle alguna declaración de arrepentimiento.
Tengámosle compasión y deseemos su arrepentimiento en cuanto a vosotros, hijos míos, no esperéis que os diga una palabra sobre el paso que seguramente vais a dar.
—No hay dudar en eso, replicó la Gananciosa, y lloraria él de pena de ver cuál te habia puesto, que en estos tales hombres y en tales casos no han cometido la culpa, cuando les viene el arrepentimiento: y tú verás, hermana, si no viene a buscarte ántes que de aquí nos vamos, y a pedirte perdon de todo lo pasado, rindiéndosete como un cordero.
Finalmente, tan gallarda y porfiadamente se resistió Leocadia, que las fuerzas y los deseos de Rodolfo se enflaquecieron, y como la insolencia que con Leocadia habia usado no tuvo otro principio que de un ímpetu lascivo, del cual nunca nace el verdadero amor que permanece, en lugar del ímpetu que se pasa, queda, si no el arrepentimiento, a lo ménos una tibia voluntad de segundalle.
—Toma, señor y querido hermano mio, y haz con este hierro el castigo del que he cometido, satisfaciendo tu enojo, que para tan grande culpa como la mia no es bien que ninguna misericordia me valga: yo confieso mi pecado, y no quiero que me sirva de disculpa mi arrepentimiento: solo te suplico que la pena sea de suerte, que se estienda a quitarme la vida, y no la honra, que puesto que yo la he puesto en manifiesto peligro, ausentándome de casa de mis padres, todavía quedará en opinion, si el castigo que me dieres fuere secreto.
—Seria por amores, dijo Peralta, y tales casamientos traen consigo aparejada la ejecucion del arrepentimiento.
Pero anudando el roto hilo de mi cuento, digo, que en aquel silencio y soledad de mis siestas, entre otras cosas consideraba que no debia de ser verdad lo que habia oido contar de la vida de los pastores, a lo ménos de aquellos que la dama de mi amo leia en unos libros cuando yo iba a su casa, que todos trataban de pastores y pastoras, diciendo que se les pasaba toda la vida cantando y tañendo con gaitas, zampoñas, rabeles y churumbelas, y con otros instrumentos estraordinarios: deteníame a oirla leer, y leia cómo el pastor de Anfriso cantaba estremada y divinamente, alabando a la sin par Belisarda, sin haber en todos los montes de Arcadia árbol en cuyo tronco no se hubiese sentado a cantar desde que salia el sol en los brazos de la Aurora, hasta que se ponia en los de Tétis, y aun despues de haber tendido la negra noche por la faz de la tierra sus negras y escuras alas, él no cesaba de sus bien cantadas y mejor lloradas quejas: no se le quedaba entre renglones el pastor Elicio, mas enamorado que atrevido, de quien decia que sin atender a sus amores ni a su ganado, se entraba en los cuidados ajenos: decia tambien que el gran pastor de Fílida, único pintor de un retrato, habia sido mas confiado que dichoso: de los desmayos de Sireno y arrepentimiento de Diana, decia que daba gracias a Dios y a la sabia Felicia, que con su agua encantada deshizo aquella máquina de enredos, y aclaró aquel laberinto de dificultades: acordábame de otros muchos libros que de este jaez le habia oido leer, pero no eran dignos de traerlos a la memoria.
Á él me encomiendo en todo acontecimiento, y aunque el dejar de murmurar lo tengo por dificultoso, pienso usar de un remedio, que oí decir que usaba un gran jurador, el cual arrepentido de su mala costumbre, cada vez que despues de su arrepentimiento juraba, se daba un pellizco en el brazo o besaba la tierra en pena de su culpa, pero con todo esto juraba: así yo cada vez que fuere contra el precepto que me has dado de que no murmure, y contra la intencion que tengo de no murmurar, me morderé el pico de la lengua, de modo que me duela, y me acuerde de mi culpa para no volver a ella.
Con tantas lágrimas y con muestras de tanto arrepentimiento dijo esto el renegado, que todos de un mesmo parecer consentimos, y venimos en declararle la verdad del caso, y así, le dimos cuenta de todo, sin encubrirle nada.
Reincorporóse y redújose el renegado con la Iglesia, y, de miembro podrido, volvió limpio y sano con la penitencia y el arrepentimiento.
Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía, y prosiga adelante el señor escribano.
Y, diciendo esto, la tornó a abrazar y a juntar su rostro con el suyo, con tan tierno sentimiento, que le fue necesario tener gran cuenta con que las lágrimas no acabasen de dar indubitables señas de su amor y arrepentimiento.
Creí, ansimismo, que ella, si fuera la que debía y la que entrambos pensábamos, ya te hubiera dado cuenta de mi solicitud, pero, habiendo visto que se tarda, conozco que son verdaderas las promesas que me ha dado de que, cuando otra vez hagas ausencia de tu casa, me hablará en la recámara, donde está el repuesto de tus alhajas y era la verdad, que allí le solía hablar Camila, y no quiero que precipitosamente corras a hacer alguna venganza, pues no está aún cometido el pecado sino con pensamiento, y podría ser que, desde éste hasta el tiempo de ponerle por obra, se mudase el de Camila y naciese en su lugar el arrepentimiento.

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