Ejemplos con alivios

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

No quedó la maja satisfecha de esta exhortación a la dulce conformidad religiosa, ni el alma de la se contentaba con tan lejanos alivios de su dolor.
No fui yo el inventor de tales alivios, que los aprendí de maestros muy doctos, cargados de emolumentos, veneras, excelencias, y que pasaban por las más firmes columnas del Estado y de la Iglesia, de lo cual colijo que las sobredichas ingeniosidades no debían de ser pecaminosas.
De todo lo dicho quiero que infieras y que consideres que te puede ser de algún provecho mi amistad, y que, para saber qué remedios o alivios puede tener tu desdicha, es menester que me la cuentes, como ha menester el médico la relación del enfermo, asegurándote que la depositaré en lo más escondido del silencio.
Si tú, ¡oh Sancho!, quisieses hacer por mí lo que yo ahora te diré, serían mis alivios más ciertos y mis pesadumbres no tan grandes, y es que, mientras yo duermo, obedeciendo tus consejos, tú te desviases un poco lejos de aquí, y con las riendas de Rocinante, echando al aire tus carnes, te dieses trecientos o cuatrocientos azotes a buena cuenta de los tres mil y tantos que te has de dar por el desencanto de Dulcinea, que es lástima no pequeña que aquella pobre señora esté encantada por tu descuido y negligencia.
Volvió de ellas más achacoso que fue, lo cual sucede con mucha frecuencia en tales casos, y entre alivios pasajeros y recaídas graves, fue corriendo el verano sin realizarse el anhelado proyecto.
Pues, con todo de causar lástima el desconsuelo que reinaba en el campamento, ningún espectáculo era más triste y miserable que el ver a Nicias, debilitado por sus males y reducido, en medio de su dignidad, a lo más preciso, sin poder usar de los alivios que por el mal estado de su salud le eran más necesarios, y que a pesar de todo hacía y toleraba en aquella situación lo que no sufrían muchos de los que se hallaban sanos: echándose bien de ver que, no por sí mismo, ni por apego a la vida, aguantaba aquellas penalidades, sino que era el amor a sus conciudadanos el que le hacía no dar por perdida toda esperanza.
No quedó la maja satisfecha de esta exhortación a la dulce conformidad religiosa, ni el alma de la Zorrera se contentaba con tan lejanos alivios de su dolor.
Este alivio será causa, de que no se fastidien a los principios, ni deserten los oficios, aumentándoles las horas, y la tarea más penosa, a proporción que crecen las fuerzas, y van tomando conocimiento, facilidad, y gusto en lo que trabajan, dándoles algún premio o alivios, que los vayan aficionando al estudio y aplicación, que les conviene.
Es cierto que no hay nación en el mundo más pronta a socorrer a los infelices que Inglaterra, pero ¿cómo puede la caridad más sincera aliviar las heridas que el corazón recibe en tales calamidades? ¿Cómo puede un corazón hablar a otro en una lengua extraña? Los alivios pecuniarios, escasos a proporción del número de los necesitados, son inevitablemente insuficientes para el acomodo exterior de los fugitivos, ¡cuánto más lo serán para las necesidades del alma, la necesidad de confianza, de sociedad doméstica, de amor sincero! El más ilustre sabio de la Grecia alegó a sus amigos que le ofrecían salvarlo de la muerte, a que una atroz justicia lo había condenado, que prefería morir al prolongado dolor de oírse llamar extranjero todo el resto de su vida, y esto no obstante que el lugar de su refugio distaba muy pocas leguas de Atenas, su patria, no obstante que en él se hablaba con poquísima diferencia la misma lengua.
Con este humanísimo objeto, varias señoras de la clase mediana, clase que comprende muchas de las familias más instruidas y amables de Inglaterra, se reúnen en varias partes de la capital y sus contornos para visitar por turno a los necesitados de ciertos distritos, sin distinguir católicos de protestantes, procurándoles cuantos alivios están al alcance de las asociadas y, cuando falta el dinero, asistiéndoles por lo menos con su presencia y el consuelo que la simpatía verdadera sabe comunicar al corazón afligido.

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