Ejemplos con aliño

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se revuelve con las manos el aliño, las carnes, el vinagre y el vino.
El adobo es de los antiguos, flojo de textura, duro en la carne y fuerte en el aliño.
Cuidaba del aliño de su persona, y variaba de trajes lo mismo que si se hallase en Madrid.
Y como consecuencia de aquella brevísima entrevista, Gonzalo pasó desde entonces alguna que otra vez sin necesidad por delante de la casa de los señores de Belinchón mirando con el rabo del ojo a los balcones, cuidó más del aliño del traje y la persona, iba a misa de diez los domingos a San Andrés, donde doña Paula y sus hijos la oían.
En su bello rostro notábase, fresco y reciente, un discreto aliño de colorete y polvos.
En el corto tiempo que consagró a su aliño, tuvo espacio Bocángel para peinar y alisar su melena coquetona, para darse un poquito de negro humo en las canas del bigote y un toque de rosicler barato en las mejillas.
¡Qué aliñadamente que fue santo! Y aun eternizó su piedad y su cultura en un suntuosamente sacro colegio, vinculando en sus doctos y ejemplares sacerdotes y ministros la puntualidad en ritos, la riqueza en ornamentos, la armonía en voces, la devoción en culto y el aliño en todo.
De esta suerte las Tres Gracias informaban al Aliño, asegurando que todo lo dicho lo habían copiado del culto, bizarro, galante, cortesano, lucido, plático, erudito, y, sobre todo, discreto, el excelentísimo señor don Duarte Fernando Álvarez de Toledo, Conde de Oropesa.
»Pero ¡qué inculto, qué desaliñado tenía la común barbaridad el mundo todo! Comenzó la culta Grecia a introducir el aliño al paso que su imperio.
En Francia está tan valido el aliño, que llega a ser bizarría, digo en la nobleza.
En ella hubo lomo de cerdo en adobo, conservado en manteca, semejante a líquidos rubíes por el color rojo que le prestaba el aliño.
y ¡nueva sorpresa para mí! El rústico descargador de yerba había sustituido los burdos ropajes del oficio con una levita cerrada y todos los accesorios correspondientes a esa prenda de sempiterna distinción, incluso el aliño, muy esmerado, de la barba y del cabello.
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,.
Toda la carta no era otra cosa que el aliño estimulante en que venía preparada.
Venció la fealdad a la belleza muchas veces, socorrida del aliño, y malogrose otras tantas, por descuidada, la hermosura, fíase de sí la perfección, y siempre los confiados fueron los vencidos.
Hasta en las monedas y en los sellos se admira esta curiosidad, que en nada perdonaban al aliño y en nada dejaban parar la barbaria.
»Conservan aún algunas provincias este heredado aliño, y la que más, la culta Italia, como centro de aquel imperio.

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