Ejemplos con afligía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Guy se afligía y murmuraba para que el público no se diera cuenta: ¡blood, blood! , a lo que yo le respondía: ¡ya lo sé, ya lo sé! ¿cómo no iba a saberlo, si estaba con toda la boca hinchada?.
Efectivamente, ¿qué significaba aquella pena puramente individual que le afligía, en comparación con el dolor universal, con la marcha lenta y segura de la humanidad hacia sus destinos? Por aquellos días acababa de leer un célebre folleto de autor francés, titulado.
Cuentan que cuando encontraba en su camino a algunos cazadores, él se afligía un poco y rogaba por las perdices y las liebres, y les decía a estos fieros hombres:.
Mayormente me afligía ver en el vascuence un valladar, un tremendo aislador para todo amoroso intento.
¡Qué habría ocurrido, Santo Dios! No veía las santas horas de recobrar su salud para correr hacia el país vasco, pues tanto tiempo sin saber de Aura en extremo le afligía.
Las fórmulas de cariño que con su tía y su mujer usaba eran extraordinariamente suaves y hasta empalagosas, se afligía cuando causaba alguna molestia, y agradeciendo mucho los cuidados que se le prodigaban, los rehuía como pudiera.
-No, señora, no ha habido nada de baile ni de canto: fue broma mía -exclamó muy sofocado el pobre preceptor, cuyo espíritu se afligía con los crueles alardes de justicia de su señora.
Después de comer, llevaba el rosario la madre Brígida, por no poder hacerlo la madre Angustias, a causa del asma que la afligía, entrecortándole la voz.
El cura daba voces, la ventera gritaba, su hija se afligía, Maritornes lloraba, Dorotea estaba confusa, Luscinda suspensa y doña Clara desmayada.
Carcomióse el hidalgo de oír estas cosas, y el caballero que estaba a su lado se afligía, plegando los abanillos del cuello y volviendo las cuchilladas de las calzas.
No se atrevía Tito a sacarlos del poder de sus dueños, sin embargo de que le afligía mucho su suerte, pero los Aqueos los rescataron a razón de cinco minas por cada uno, y formándolos en un cuerpo, hicieron entrega de ellos a Tito cuando ya estaba para hacerse a la vela, con lo que emprendió su navegación sumamente contento, viendo que sus gloriosas hazañas habían tenido gloriosas recompensas dignas de un varón ilustre y amante de sus conciudadanos, lo que fue también lo más brillante y esclarecido de su triunfo, porque aquellos rescatados.
Cuéntase que retirándose a su casa con brillante acompañamiento, luego que fue proclamado cónsul por todo el pueblo, encontró muy llorosa a su hija Tercia, todavía muy pequeña, y que saludándola le preguntó qué era lo que le afligía, y ella, llorando y echándosele al cuello, le respondió: “¿Pues no sabes, padre, que se me ha muerto Perseo?” diciéndolo por un perrillo que había criado y tenía este nombre, y que el padre le dijo: “En buen hora, hija, y admito el agüero”.
Lo que sí le afligía era el desacierto de la muchedumbre en lo tocante al bien público, dando facilidad para hacer la guerra a un hombre que adolecía de desmedida ambición.
Sobre todo, cuando los habitantes de Laurento experimentaron lo mismo, ya enteramente pareció que era la ira divina la que afligía a ambas ciudades por el abandono de la justicia en la muerte de Tacio y en la de los embajadores.
Todo esto, que en voces altas y muy claras decía a don Juan su conciencia, le afligía por extremo y de buena gana hubiera redimido con la mitad de los años de la vida que le quedaban y con lo mejor de su hacienda tales quebrantos.
En cuanto a la ayuda que pudiera proporcionar a su tío el maestre y a sus caballeros, la tenía él en su modestia por de poco valer, y como, por otra parte, los había dejado dueños de su castillo, no le afligía tanto por este lado el verse aherrojado de aquella suerte.
Sólo una cosa le afligía, y era ver que el alegre y vivo natural de la aldeana se había trocado un poco con tantos sustos y tristezas, y que las rosas mismas de sus mejillas habían perdido sus vivos matices.
Cierto que todo lo ocurrido, con ser tanto y tan enorme, no le había apartado de sus propósitos, que se mostraba leal y cariñoso y resuelto a pelear contra todo linaje de obstáculos que se atravesaran en el camino que los dos se habían trazado en horas bien risueñas, pero esto podía ser, sería indudablemente, abnegación en él, compasión que ella le inspirase, sacrificio de muchos respetos, y sacrificios bien dolorosos acaso, y este recelo la afligía mucho más que el verle alejado de ella.
Don Santiago, más compasivo, le respondió, descubriendo en su voz y en sus miradas la honda pesadumbre que le afligía:.
Este mundo no era tan bueno como el doctor Pangloss suponía, pero tampoco era tan malo como se lo figuraba Dantés, puesto que un hombre que si algo podía esperar de su compañero era sólo la mezquina herencia de la suma que había ganado, se afligía de tal modo con su desgracia.
Esto discurría para disculpar a su amigo, pero se afligía de no verle, de no conversar con él y de la soledad y del abandono en que la había dejado.
Pero Silveria, que tenía mucho orgullo, culpaba de todo a sus cortos años, y se afligía poco, porque era confiada, jovial y alegre, y no se afligía sino con sobrado motivo.
¡Puches, cómo le afligía aquella desgracia!.

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