Ejemplos con acordáis

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Acuérdome que un día dije a uno destos pertinaces: Decidme, ¿no os acordáis que ha pocos años que se representaron en España tres tragedias que compuso un famoso poeta destos reinos, las cuales fueron tales, que admiraron, alegraron y suspendieron a todos cuantos las oyeron, así simples como prudentes, así del vulgo como de los escogidos, y dieron más dineros a los representantes ellas tres solas que treinta de las mejores que después acá se han hecho? Sin duda respondió el autor que digo, que debe de decir vuestra merced por La Isabela, La Filis y La Alejandra.
Y yo ni más ni menos dijo la ventera, porque nunca tengo buen rato en mi casa sino aquel que vos estáis escuchando leer: que estáis tan embobado, que no os acordáis de reñir por entonces.
¿No os acordáis de esa cara de papamoscas?.
Casio, aunque de nuevo se incomodaba con estas cosas, nada proponía o advertía ya a Craso por verle irritado, pero fuera de su vista llenaba de improperios a Arianmes, a quien decía: “¿Qué mal Genio, oh el más malvado de todos los hombres, es el que te ha traído entre nosotros? ¿Con qué hierbas o con qué hechizos pudiste mover a Craso a que arrojara el ejército en una soledad vasta y profunda, haciéndoles andar un camino más propio de un nómada, capitán de bandoleros, que de un general romano?” El bárbaro, que sabía plegarse a todo, con éste usaba de blandura, animándole y exhortándole a que tuviera todavía un poco de paciencia, pero a los soldados con quienes se juntaba como para darles algún alivio los insultaba, diciéndoles, con risa y escarnio: “¿Pues qué, creéis que esto es caminar por la Campania, y echáis menos sus fuertes, sus arroyos, sus deliciosos sombríos, sus baños y sus posadas? ¿No os acordáis de que nuestra marcha es por los linderos de los Árabes y los Asirios?” De esta manera se burlaba de los Romanos aquel bárbaro, el cual, antes que más a las claras se conociera el engaño, se ausentó, no sin noticia de Craso, a quien todavía hizo creer que iba a introducir la confusión y el desorden en el ejército enemigo.
¿Os acordáis de la bella noche que hacía? ¡Cuán dulce y perfumado era el aire, cuán azul el cielo todo esmaltado de estrellas! ¡Ah! Aquella vez, señora, pude estar un instante a solas con vos, aquella vez vos estabais dispuesta a decirme todo: el aislamiento de vuestra vida, las penas de vuestro corazón.
—Yo conocí, yo traté —decía otro—, ¿no os acordáis de aquel gran maestro, el otro.
¿No os acordáis de aquel que todo lo iba descifrando y no se descifró a.
como se pinta, aunque sea un ángel os para un gesto de un demonio, si le acordáis al rico la.
acordáis a la otra sus obligaciones, la afrenta que causa a los propios y la murmuración a.
-¿Os acordáis del día que os despedisteis de mí por primera vez en mi casa de Arganza? ¿Quién nos dijera que el mismo sol que alumbró nuestra primera separación había de alumbrar en tan breve espacio la postrera? No obstante, la suerte se muestra más benigna conmigo en este instante, pues entonces me apartaba de vuestro lado y ahora de entre los brazos de mi esposo vuelo a los de Dios.
¿Os acordáis de las últimas palabras que me oísteis en el bosque de Arganza?.
¿Os acordáis de la noche de Carracedo?.
¿no os acordáis?.
-¿Os acordáis de Perusa, de la fonda de postas, del hombre con capa oscura a quien vuestra madrastra preguntaba sobre el agua tofana? Pues desde entonces meditaba este infernal proyecto.
¿Por qué os acordáis, cuando ella olvida? ¿Qué os importan a vos, Edmundo, Janina y su visir? ¿Qué mal os hizo Fernando Mondego al hacer traición a Alí-Tebelín?.
-¡Ah!, ya sabéis mi teoría respecto al duelo, creo habéroslo dicho en Roma, ¿no os acordáis?.
-¿Y no os acordáis de ese nombre? -dijo Morcef pronto a ayudar a la narradora.
-¿Y os acordáis del nombre de ese oficial, señora? -preguntó Alberto.
-Entonces os acordáis de todo lo que os ha ocurrido desde aquel tiempo.
-¿Y os acordáis de vuestra patria? -preguntó Alberto.
, ¿no os acordáis?.
-En verdad, mi querido señor Bertuccio -dijo el conde-, desde que estáis en París, os encuentro desconocido, ¿no os acordáis ya de mis gustos, de mis ideas?.
-¡Oh!, señora-dijo el conde-, ¿aún os acordáis de esa bagatela? Yo ya la había olvidado.
-Sí, excelencia, pero si preguntáis eso para tener un balcón, os acordáis de ello muy tarde.
-¿No os acordáis -repuso el marinero-, que os dije también que entre su tripulación había casualmente dos bandidos corsos?.
¿Os acordáis de los términos en que estaba concebida la denuncia?.
Hace seis semanas, ¿no os acordáis?, vine a rogaros que fuerais con él clemente, así como hoy vengo a rogaros que seáis justo.
¿No os acordáis de mis padres? ¡Tengo que vengarlos! ¡Tengo que libertarlos!.
¿Os acordáis de algo que os conté aquí mismo hace tiempo, no mucho? Pero todo va hoy tan de prisa, que presumo lo habréis olvidado.
No sé si os acordáis.

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