Ejemplos con acompañada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Una criada de la hospedería, acompañada de Patón, subió al cuarto de los novios.
Durara aún la homilía, acompañada de blandos golpecitos en los hombros, a no interrumpirla la trepidación del tren, brusca como la realidad.
¿De qué infierno habéis salido? ¿Por qué me detenéis? ¿Por qué me habláis cuando huyo de vuestras voces? ¡Isabel, qué me quieres? ¡Me abandonaste un día y ahora vuelves a mí, acompañada de una bruja! ¿De qué infierno sales, Isabel? ¿Cuál es tu nombre ahora?.
Y fué por entonces cuando Batiste, el día de su sentencia en el Tribunal de las Aguas, la vió en el camino acompañada de Tonet.
Diógenes soltó una atrocidad, acompañada de la interjección favorita que solía emplear entre señoras, sustituyendo a otras más enérgicas: ¡Polaina! Había merendado aquella tarde en San Antonio una ensalada de pepinos y se le habían indigestado algún tanto.
Doña Luz, acompañada de su benigna amiga, estaba en una ventana baja, aguardando la aparición de la pompa y del triunfo, que se anunciaba ya por el resonar de los tiros y de los vivas.
Era una muchacha, acompañada por un viejo guitarrista, y cantaba jotas con tal gracia y maestría, que Moreno no pudo menos de detenerse un rato ante ella.
Presentose la dama a las nueve, acompañada de Estupiñá, y después de saludar a Segunda como si fuera esta la señora más encopetada, pasó, y antes de decir nada a la que fue su amiga, examinó bien a Juan Evaristo Segismundo.
Y, en efecto, poco tardó el niño en ver asomar, gateando entre los matorrales, a un hombre cuya descripción acaso había oído mil veces en las veladas, en las deshojas, acompañada de exclamaciones de terror.
No pasó mes y medio, cuando sin sabiduría de Ricaredo la nueva esposa se le entró por las puertas, acompañada como quien ella era, y tan hermosa que despues de la Isabela, que solia ser, no habia otra tan bella en todo Lóndres.
—Hoy hacen, señor, segun mi cuenta quince años, un mes y cuatro dias que llegó a esta posada una señora en hábito de peregrina, en una litera, acompañada de cuatro criados de a caballo y de dos dueñas y una doncella, que en un coche venian: traia asimismo dos acémilas cubiertas con dos ricos reposteros, y cargadas con una rica cama y con aderezos de cocina: finalmente, el aparato era principal, y la peregrina representaba ser una gran señora, y aunque en la edad mostraba ser de cuarenta o pocos mas años, no por eso dejaba de parecer hermosa en todo estremo: venia enferma y descolorida, y tan fatigada, que mandó que luego le hiciesen la cama, y en esta misma sala se la hicieron sus criados.
Finalmente, entre paredes y entre soledades, acompañada no mas que de mis criadas, fuí creciendo, y juntamente conmigo crecia la fama de mi gentileza, sacada en público de los criados y de aquellos que en secreto me trataban, y de un retrato que mi hermano mandó hacer a un famoso pintor, para que, como él decia, no quedase sin mí el mundo, ya que el cielo a mejor vida me llevase, pero todo esto fuera poca parte para apresurar mi perdicion, si no sucediera venir el duque de Ferrara a ser padrino de unas bodas de una prima mia, donde me llevó mi hermano con sana intencion y por honra de mi parienta: allí miré y fuí vista, allí, segun creo, rendí corazones, avasallé voluntades, allí sentí que daban gusto las alabanzas, aunque fuesen dadas por lisonjeras lenguas, allí, finalmente, vi al duque y él me vió a mí, de cuya vista ha resultado verme ahora como me veo.
Y en el silencio de aquella noche, sin dar cuenta a mi traidora doncella, salí de mi casa, acompañada de mi criado y de muchas imaginaciones, y me puse en camino de la ciudad a pie, llevada en vuelo del deseo de llegar, ya que no a estorbar lo que tenía por hecho, a lo menos a decir a don Fernando me dijese con qué alma lo había hecho.

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