Ejemplos con añeja

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Unos ligeros tintes de documental le proporcionan credibilidad y un sello de marca del director, la fotografía, tenebrosa y sugerente, contribuye decididamente al incentivar el suspense sin necesidad de acudir a burdas estratagemas como sobresaltos sonoros u horrores visuales, y los actores, un poco teatrales, proporcionan empaque a una obra añeja que ha envejecido bien.
Muchas pinturas y óleos de la añeja estación se incendiaron ese día.
Este trago se ha convertido en un símbolo de la añeja villa, Patrimonio de La Humanidad.
Nada tenía de particular que reanudásemos cada estío la añeja amistad, si bien no tan asidua, porque nos faltaba Celesto, el aprendiz, el cual, al pasar Belarmino a zapatero remendón, había entrado de zagal en una cochera de carruajes de alquiler.
A ser entera, se verían perfectamente los lamparones de su levita añeja, la grasa de su camisa y las greñas de la melena, dado que los agujeros de las botas y los hilachos del pantalón, en modo alguno podían ser vistos a causa de la barandilla del palco.
Felizmente, era en él añeja costumbre no aceptar invitación o cena o merienda cuando llevaba en su cartera piedras de valor.
De un salto me puse sobre un gran árbol, una encina añeja.
El novio se había retirado, apareciendo pocos minutos después despojado de la levita, con un macarrónico batín de franela verde, en zapatillas, y calada una especie de gorra grasienta, a pretexto de catarro y confianza, en realidad por no desmentir la añeja y groserísima costumbre de sentarse a la mesa cubierto.
Hacia el centro, en seguida, junto a la pared de enfrente, la tribuna, la clásica tribuna apareció a su vista, ventruda, chata, tosca, desdorada, apolillada, respirando un aire a rancio, a ciencia añeja de sacristía, como un púlpito.
Lo mismo hacían los frailes en la añeja España: por lo que las personas aceptas a una orden religiosa podían recorrer toda la Península de convento en convento, sin necesidad de ir a dar con sus huesos en ninguna posada de mala muerte.
—¿Vas de viaje, mujer? —le preguntó, y no es de extrañar que la tutease, pues esta era en él añeja costumbre, hablando con gente del pueblo.
, se acerca a la aparición añeja y, moderno, aconseja:.
Y hoy mismo, en el cuarto solitario donde escribo está la sangre añeja aquella y mi cara en ella untada y la vieja del tambo y la jornada y mi hermano que llora y a quien no beso y mi madre muerta y.
Los Garcías se llamaban así, en plural, siguiendo una costumbre muy añeja en el pueblo, como se dice los Osunas y los Oñates, aludiendo más a la casta en general que a sus individuos en particular, costumbre que revela cierta importancia en la cosa nombrada, por no ser ésta casual y transitoria, sino de influjo permanente y extensa envergadura.

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