¿Cómo se escribe enorgulleci?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

La palabra enorgulleci debe llevar tilde

La palabra ENORGULLECÍ debe llevar tilde.

Puedes ver la definición de enorgullecí aquí

Las reglas generales de acentuación son:

  • Se acentúan las palabras agudas que terminan en vocal "n" o "s"
  • Se acentúan las palabras llanas que no terminan en vocal "n" o "s"
  • Se acentúan todas las palabras esdrújulas
  • Los monosílabos no se acentúan excepto aquellos que llevan tilde diacrítica

Ejemplos con la palabra Enorgullecí

Entonces, maravillado de aquel don sobrenatural que poseía sin saberlo, me enorgullecí, y pensé: ¿Quién como yo puede andar por encima del agua? Apenas había formulado este pensamiento, Alah me castigó por mi orgullo, poniendo en mi corazón la afición a viajar.
-Efectivamente, algo debía yo de llevar dentro cuando salí adelante. Pinté para la Exposición Nacional, y me rechazaron el cuadro. ¿Por qué? Lo ignoro todavía. Dijeron los jurados que era inmoral, y yo no afirmaré que lo fuese o no, porque no me conceptúo buen juez en tales materias. El hecho fue que aquel desaire señaló mi triunfo. Algunos periodistas me defendieron, por no tener en tal oportunidad cosa más interesante de qué escribir. Los críticos sensatos echaron puñados de tierra sobre mí. Me encontré clasificado definitivamente y me enorgullecí de mi rebeldía. Francamente rebelde fui desde entonces. Me habían excomulgado por un desnudo, y no quise pintar nada más que desnudos en lo sucesivo. Si algún encopetado personaje me hubiera tendido su mano protectora para encargarme el retrato de su mujer o de su hija, hubiérame visto precisado a confesarles que, sólo desnudas, las sabría retratar. Sentía una bella y serena concepción de la vida, la hoja de parra era mi enemigo. No veía en el amor sino inmaculado placer, y lejos de las pasiones, lejos de toda lucha mundana, no hallaba en el hombre, en la mujer, sino formas bellas. En mi estudio, como en mi persona, todo era un culto a la limpieza y a la libertad. Me llamaron desvergonzado, pornográfico, indecente y mil cosas más. Yo todo lo despreciaba, incluyendo la gloria, menos la belleza humana sin disfraz ni tapujos. Tenía fe en mí mismo, me adoraba como si fuera un dios, como pudiera adorarse el propio Goethe, y a tales extremos llegué de amor calológico que, de haberme sentido en trance de muerte, como aquel pintor Nani Grosso, del Renacimiento italiano, tampoco yo hubiera podido morir tranquilo sujetando con mis manos un Crucifijo tosco, y también hubiera necesitado que me trajeran un Donatello. Todo se encerraba para mí en la belleza, y espectador impasible de la vida al través de un prisma nítido y claro, no exigía bondad ni grandezas a los hombres, fidelidad o ternura a las mujeres, sólo que fueran bellos les pedía. Y así seguí pintando desnudos y desnudos, la forma humana, eterna fuente primordial e inagotable de lo bello, los cuerpos augustos de mis amadas mujeres, a quienes siempre besé con deleite y sin pasión. El público es versátil, de hereje me transformaron en santo, ya las desnudeces que brotaban de mis pinceles pasaban pronto a los más lujosos camarines. Hoy pinto poco y caro. Gano más de lo que necesito, vivo donde se me encapricha en el momento, no sé si las mujeres me aman, pero sé que gusto a las que me gustan, y de los hombres no quiero la admiración, sino el mercado, lo cual es suficiente para que a veces estrechen éste y agranden aquélla. Y así vivo, así triunfo, así derrocho, así soy feliz... Conque ya sabes toda mi historia desde que no nos vimos, y sólo por ser tú el oyente la he referido, pues habiendo en ella tantos recuerdos feos, la miro con igual repugnancia que si no fuera mía.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra enorgullecí

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