¿Cómo se escribe elogialía?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

Hay varias causas por las que puede estar mal escrita elogialía, a continuación se muestran las distintas posibilidades:

La palabra elogialía se escribe con R

La manera correcta de escribirla es ELOGIARÍA. Puedes ver la definición de elogiaría aquí

Las posibles dudas a la hora de escribir una R o una L, vienen dadas porque tanto la letra erre como la letra ele son líquidas, esto es, no hay oclusión del aire, sino que se articulan con el tracto abierto y los posibles obstáculos no impiden la salida del aire.

En algunas regiones hispanohablantes, ambos fonemas se pronuncian de la misma manera, a este echo se le conoce como lambdacismo y normalmente se da en las erres al final de palabra, de esta manera palabras como amor se pronuncian como amol, o dolor como dolol.

Ejemplos con la palabra Elogiaría

A tales nuevas, como es natural en medio de una guerra, y siendo recibidas de noche, la ciudad casi perdió el juicio, y no podía contenerse dentro de las murallas, pero recorriéndola Catón, detenía a los que pugnaban por salir, y consolaba a los que se mostraban abatidos, disipando el terror y la turbación del miedo con decir que quizá no habría sido tanto, y que la relación sería exagerada, con lo que logró sosegar el tumulto. Por la mañana muy temprano echó un pregón para que acudieran al templo de Júpiter los trescientos que le servían de Senado, siendo ciudadanos Romanos ocupados en el África en el comercio y en el cambio, y con ellos los senadores que allí se hallaban y los hijos de éstos. Mientras se reunían se presentó, con semblante inalterable y sereno, como si no hubiera ninguna novedad, y se puso a leer un cuaderno que tenía en la mano, que era el inventario de los objetos preparados para la guerra, armas, víveres, arcos y soldados. Cuando ya estuvieron juntos, empezando por los trescientos, y tributando grandes alabanzas al celo y fidelidad que habían mostrado, por haber sido de grandísimo recurso, con sus caudales, con sus personas y con sus consejos, los exhortó a no dividirse formando cada uno particulares esperanzas y pensando en huir y salvarse sólo, pues si permanecían unidos y en actitud de guerra, César los despreciaría menos, y librarían mejor cuando llegara el momento de haberle de suplicar. Dejóles que ellos mismos deliberaran sobre su suerte, pues ninguno de los dos partidos vituperaría, sino que si se mudaban con la fortuna, atribuiría esta mudanza a la necesidad, y si se mantenían en su anterior propósito, exponiéndose a todo por la libertad, no sólo los elogiaría, sino que admiraría su virtud, presentándose a ser su caudillo y compañero de armas hasta tener el último desengaño de la patria, que no era Utica, ni Adrumeto, sino Roma, la cual muchas veces de mayores caídas se había levantado a superior grandeza, que todavía les quedaban muchos auxilios para su salud y seguridad, siendo el mayor de todos el hacer la guerra a un hombre llamado a un tiempo a muchas partes, pues la España se había pasado al partido del hijo de Pompeyo, y Roma, desacostumbrada al freno, no sólo no le recibía, sino que se enfadaba e irritaba contra toda mudanza, y finalmente, no debía huirse el peligro, pudiendo tomar lección del mismo enemigo, que ponía a riesgo su vida por las mayores violencias e injusticias, y no como ellos, para quienes la incertidumbre de la guerra había de terminar o en la vida más dichosa y feliz si eran vencedores, o en la más gloriosa muerte si eran vencidos. Mas con todo, concluyó con que ellos por sí mismos debían resolver, haciendo votos porque su determinación tuviera el próspero fin que correspondía a su anterior valor y patriotismo.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra elogiaría

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