¿Cómo se escribe ativorraba?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

Hay varias causas por las que puede estar mal escrita ativorraba, a continuación se muestran las distintas posibilidades:

La palabra ativorraba se escribe con B

La palabra ativorraba no existe en Español

La palabra ativorraba contiene una uve que en realidad es una be. La manera correcta de escribirla es ATIBORRABA

Hace muchos años que se utiliza el mismo sonido para la letra be y para la letra uve, cosa que induce fácilmente en errores a la hora de escribir. Antes se pronunciaba la letra uve apoyando los dientes superiores en el labio inferior, en la actualidad algunos idiomas siguen pronunciando de esa manera la letra uve.

Puedes ver la definición de atiborraba aquí

Ejemplos con la palabra Atiborraba

Precisamente en una de las pocas ocasiones en que la despreocupada joven no estaba atenta a los discursus del banquero, que la divertían sobremanera. Prefería, por el momento, la conversación de Pepe Guzmán, pájaro de mayor cuenta que su amigo Gonzalo. El tal Guzmán, aunque de segunda rama, era también vástago aristocrático: de la ilustre cepa de los Valdejones. Pasaba ya bastante de los treinta, era de hermosa y distinguida estampa, independiente, libre como el aire, y rico. No abusaba, aparentemente, de ninguna de estas ventajas. Por el contrario, parecía hombre de muy racionales inclinaciones, y bien regido. Había estudiado media carrera de Derecho, algo de Medicina, otro tanto de Mecánica, y hasta desflorado la Teología y los sistemas filosóficos de Kant, de Krausse... y de Santo Tomás, se sabía de memoria a Maquiavelo, a Fr. Luis de Granada, a Shakespeare, a Fourrier, a Santa Teresa y a Cervantes. En todo picaba y nada le satisfacía, fuera de las grandes obras de imaginación. Quizás con la espuela y el freno de la necesidad, hubiera brillado en algo de lo mucho que intentaba conocer por invencible curiosidad, pues talento y discreción tenía para ello, pero le faltaba paciencia, porque le sobraban la libertad y el dinero, y de aquí sus veleidades y aquellas ensaladas científico-filosóficoliterarias de que se atiborraba la cabeza. Viajaba a menudo y gastaba grandes sumas en objetos de arte. Los cuadros buenos le entusiasmaban, pero los bronces de mérito le enloquecían. Tenía el buen gusto de no invertir un ochavo en libros viejos, ni en vargueños apolillados, prefería las obras contemporáneas, si eran buenas, y, lo que es más raro, las leía y las saboreaba. Cosa más rara aún: en igualdad de méritos, estaba por las españolas antes que por las extranjeras, y no incurría jamás en la vulgaridad cursi de decir que no podían vivir en España los hombres cultos. Se referían de él grandes hazañas galantes, y podrían ser ciertas, pero no era su boca quien lo confirmara, ni con un gesto. Finalmente, era hombre de alegre carácter, aunque poco hablador, pero muy al caso, particularmente con las mujeres. Tenía el don de entretenerlas sin apelar al lugar común de la lisonja ni al formulario oficial del «joven travieso, distinguido y elegante». Calificábanle por ello de indomesticable y de frío muchas damas, pero es lo cierto que hasta las más remilgadas se pagaban mucho de sus atenciones... Y no sigo con la lista de sus prendas de carácter, porque, a pesar de tomarlas una a una de los Apuntes que tengo a la vista, va a resultarme un mozo cortado por el sobado patrón del mata-corazones de comedia, y esto que aquí se narra podrá ser malo, pero es la pura verdad.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra atiborraba

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba