Categoría gramatical / tiempo verbal de incomodándole

Como Conjugación De Incomodar

Verbo Transitivo

Los Verbos Transitivos son aquellos que necesitan de complemento para tener sentido pleno.

Verbo Pronominal

Los Verbos Pronominales son aquellos que se conjugan junto a un pronombre átono.

Gerundio De Incomodar

El gerundio es una forma no personal del verbo y por lo tanto invariable. Se forma añadiendo el sufijo -ndo. Sirve para expresar una acción no finalizada, que todavía está en curso, no finalizada. Existe la forma simple (comiendo) y compuesta (habiendo comido). Dentro de la oración puede desempeñar una función verbal, generalmente en sentido imperativo, o la función de especificar un sustantivo como si se tratase de un adjetivo. Veamos uno ejemplos:

  • ¡Arreando!; todo el mundo a hacer las maletas que nos vamos Aquí arreando actúa como verbo de caracter imperativo
  • Llegaremos andando. Aquí andando actúa como verbo y hace referencia a una acción no finalizada
  • Me quemé la mano con agua hirviendo. Aquí hirviendo actúa como adjetivo, matizando el sustantivo agua

Ejemplos con la palabra Incomodándole

Hallábase entonces en los ochenta años de edad o poco menos, y no estando en disposición de conducir por sí los ejércitos, más por la gran mole y pesadez de su cuerpo que por la vejez se valía del hijo, que por su buena suerte y por su pericia administraba perfectamente los mayores negocios, no incomodándole su lujo, su profusión y sus festines, porque si bien en tiempo de paz se excedía en estos desahogos, entregándose en el ocio a los placeres sin cuenta ni reparo, en la guerra estaba tan vigilante y despierto como los más sobrios por carácter.
Dícese que, después de este suceso, enviándole Cabrias a recoger las contribuciones de las islas y dándole veinte galeras, le expuso que si le enviaba a hacer la guerra necesitaba mayores fuerzas, y si a tratar con los aliados, con una tenía bastante. Marchó, pues, con sola su galera, y habiendo tratado con las ciudades y conferenciado con los que mandaban en ellas franca y sencillamente, dio la vuelta con muchas naves, enviadas por los aliados para conducir las contribuciones. Continuó siempre haciendo todo obsequio y respetando a Cabrias, no sólo durante su vida, sino aun después de muerto, interesándose por sus deudos y tomando empeño en formar a la virtud a su hijo Ctesipo, y aunque le vio medio falto y terco, no se dio con todo por vencido, sino que procuró corregirle y ocultar sus defectos, sólo se dice que una vez, incomodándole en el ejército este joven, y molestándole con preguntas y consejos intempestivos, como quien pretendía enseñarle y tomar mejores disposiciones de guerra, exclamó: “¡Oh Cabrias, Cabrias, bien te pago la amistad que me mostraste, aguantando a tu hijo!” Como viese que los que manejaban entonces los negocios públicos se habían repartido como por suerte el mando militar y la tribuna, no haciendo unos más que hablar al pueblo y escribir, que eran Eubulo, Aristofonte, Demóstenes, Licurgo e Hipérides, y que Diopites, Menesteo, Leóstenes y Cares se enriquecían con mandar los ejércitos y hacer la guerra, formó el designio de restablecer en cuanto de él dependiese el modo de gobernar de Pericles, de Aristides y de Solón, como más completo, y que abrazaba ambos objetos. Porque cada uno de estos tres varones era, según la expresión de Arquíloco: Uno y otro, del dios de las batallas no desdeñado alumno, y con los dones favorecido de las doctas Musas, y observaba, además, que la diosa Atena es a un tiempo guerrera y política, y bajo los dos aspectos es venerada. Conduciéndose de esta manera, sus disposiciones se dirigían siempre a la paz y al sosiego, mas, sin embargo, él sólo mandó de jefe en más guerras que todos los de su tiempo y aun de los anteriores, no porque se presentase para ello ni hiciese solicitudes, pero tampoco se excusaba o se retraía cuando la república lo llamaba. Porque es sabido que cuarenta y cinco veces tuvo mando, no habiéndose hallado ni una sola vez en las juntas de elección, sino siendo llamado y nombrado en su ausencia, tanto, que los de poco juicio se maravillaban de que el pueblo, siendo Foción el único que por lo común se le oponía, no diciendo ni haciendo nunca nada que pudiera complacerle, en las cosas de poca importancia hiciera caso como por burla de los demagogos más decidores y más huecos, a la manera que los reyes gustan, después de tomar el aguamanos, de oír a los aduladores y lisonjeros, y que cuando se trataba de dar el mando, siempre sobrio y solícito, empleaba al ciudadano más severo y prudente, y que era el único o a lo menos el que más contradecía sus deseos y proyectos. Así es que, habiéndose leído un oráculo de Delfos en el que se decía que estando de acuerdo todos los demás ciudadanos uno solo pensaba de distinto modo que la ciudad, se presentó Foción y dijo que no se molestaran, porque él era el que se buscaba, pues que a él solo no le agradaba nada de cuanto hacían: y en una ocasión, como habiendo expuesto ante el pueblo su dictamen encontrase aprobación y viese que todos, uniformemente, le admitían, se volvió sus amigos diciendo: “¡Si habré yo propuesto, sin advertirlo, algún desatino!”
Ver ejemplos de oraciones con la palabra incomodándole

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